El Canal de Isabel II obtiene este biocombustible con el tratamiento de los fangos retirados de las aguas residuales, que lo liberan durante su almacenamiento en grandes digestores. A través de este proceso, la empresa pública obtuvo el año pasado 52 millones de metros cúbicos en sus estaciones de depuración. Además de renovable, se trata de una energía limpia, almacenable, de producción ininterrumpida y muy versátil, pues no solo se puede transformar en calor o electricidad, sino también en carburante para vehículos. Compuesto mayoritariamente por metano (en torno al 65%) y dióxido de carbono (sobre el 35%), puede usarse como combustible en automóviles si se le retira el CO2, convirtiéndolo en biometano, según informa el Ejecutivo madrileño.
Desde que comenzó su producción en la depuradora de Viveros de la Villa, en la capital, Canal de Isabel II ha suministrado más de 7.300 kilos de biometano a sus vehículos. Teniendo en cuenta que un coche consume unos 4 kilos por cada 100 kilómetros, ha podido recorrerse, de manera sostenible, 182.000 kilómetros. Los automóviles que utilizan biometano no despiden partículas ni dióxido de azufre, y sus emisiones de CO2 son neutras ya que, al tener origen humano, no provocan efecto invernadero. Igualmente, reducen un 85% los óxidos de nitrógeno y un 50% las emisiones acústicas.