Hace unos días se anunciaba que Francia inauguraba la primera cadena de valor completa en torno al biometano. En ella, un productor de biometano (Planète Végétale), compagina el cultivo de frutas y verduras con la producción del biocombustible, que introduce en la red de distribución de GRDF (Gaz Réseau Distribution France) para conducir el biometano hasta una estación de servicio de Air Liquide, donde se suministra a un centenar de vehículos Iveco que forman parte de la flota de Carrefour.
Cinco empresas contribuyen a reforzar una cadena de valor comercial que en España cuesta vislumbrar a futuro. “No se trata de un escenario como los demás considerados, porque las hipótesis se consideran difícilmente viables técnica y económicamente”. Esta es una de las conclusiones del escenario con gas y biometano en el transporte que se plantea en el informe Repostando hacia el futuro. Cómo propulsar la economía dejando atrás el carbono.
El estudio, elaborado por la consultora Cambridge Econometrics para Transport & Environment y Ecodes (Fundación Ecología y Desarrollo), deja para el final del mismo un escenario “con una sensibilidad que incluye el uso de gas natural y renovable en turismos en el caso más extremo: máximo despliegue de coches a gas y uso de biometano en su máximo potencial técnico”.
“En ausencia de biometano las reducciones de emisiones son aún más bajas”
Entre las conclusiones se añade que “emplear sólo vehículos de gas no es suficiente para poder alcanzar los objetivos climáticos y a partir de 2030 hay que introducir hipótesis de vehículos electrificados en el mix del mercado, ya que el potencial de biometano bajo en carbono es limitado. En ausencia de biometano, las reducciones son aún más bajas debido a que el gas es un combustible fósil”.
Es una manera de considerar al biometano como alternativa, cosa que no hicieron en su día ni el Comité de Expertos de Transición Energética ni la Fundación Renovables en sendos informes; ni ahora la red Gas NO es la Solución y su manifiesto firmado por casi treinta colectivos, la mayoría ONG ecologistas.
Sin gas renovable en el manifiesto contra el gas fósil
El manifiesto recuerda que el gas es un combustible fósil y, aunque a menor escala, un emisor de gases de efecto invernadero; que se debe acabar el apoyo institucional que recibe, sobre todo en forma de grandes infraestructuras; que su fomento puede llevar implícito el desarrollo del gas con fracking; que tiene que jugar un papel secundario y decreciente en la transición energética y que no cuadra con los principios de un nuevo modelo energético de generación distribuida con participación directa de la ciudadanía.
Pero ni una palabra a la alternativa que componen el biogás y el biometano porque consideran que el gas renovable es una nueva estrategia de imagen y venta de la gran distribución asociada para justificar el mantenimiento del gas fósil. Solo tras el debate que generó la publicación del manifiesto en la web de Energías Renovables, Raquel Montón, responsable de campañas en el Área de Energía y Cambio Climático de Greenpeace España, una de las firmantes de dicho manifiesto, echó mano de estos biocombustibles.
Montón recuerda otros estudios sobre escenarios futuros para las renovables con participación del gas en la transición publicados por Greenpeace, los del Instituto de Investigación Tecnológica de la Universidad Pontificia Comillas, donde “se incluyen las centrales de gas, independientemente de que este gas sea de origen fósil o de origen renovable”.