Todo empezó cuando la empresa "Val Mar", ubicada en la localidad santafesina de Santa Rosa de Calchines presentó en 2013 el problema de que cada diez mil kilos de zanahoria que procesaba cada día, cuatro mil quedaba convertido en desechos que causaban serios problemas ambientales.
En un comunicado del CONICET se explica que a partir del estudio del vegetal color naranja llegaron a la conclusión de que podían aprovechar los azúcares que contenía, -"casi su totalidad fermentables y posibles de transformar en alcohol", aseguran- y producir bioetanol, fibras y colorantes naturales a partir del descarte.
En 2018, después de de cuatro años de estudio, los investigadores inauguraron una planta piloto con capacidad para procesar dos toneladas de descarte por día.
Los mencionados azúcares pueden transformarse en bioetanol de segunda generación, útil para la industria de los combustibles, bebidas, farmacopea, perfumería, entre otras aplicaciones. También se aprovechan otros elementos de su procesamiento para crear suplementos dietarios.
Con la mencionada planta piloto industrial ya se ha alcanzado la posibilidad de que permita pagar alguna parte de los costos de explotación de la producción integral de la zanahoria.