Hojas de los árboles, viruta de madera, cisco de café o cascarilla de arroz, entre otros residuos, son la materia prima con la que se pueden generar energías con emisión neutra de dióxido de carbono (CO2) a la atmósfera, además de productos como biochar (carbón vegetal) y vinagre de madera, muy cotizados en el mercado. El grupo de investigación Termodinámica Aplicada y Energías Alternativas (Tayea), de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Medellín, lidera investigaciones que les permitan generar energía eléctrica y obtener productos con valor agregado.
Imagine que todas las hojas que poda de los árboles de su finca pueden ir no a la basura sino a una máquina que las procesa y obtiene de ellas energía para iluminar un espacio o para utilizar la lavadora. Uno de los procesos para llegar a dichos fines es la gasificación, que "consiste en tomar un material sólido carbonoso, como por ejemplo las hojas de las podas de los árboles, y meterlo en un reactor a una temperatura de unos 850 °C, en presencia de poco de oxígeno, vapor de agua y dióxido de carbono", explica profesor Farid Chejne Janna, líder del Tayea. Allí el material lignocelulósico, llamado técnicamente biomasa, empieza a ser "cortado a nivel molecular", o craqueado.
"Se trata de cadenas largas de carbonos, hidrógenos y oxígenos que se van ‘cortando’ durante la gasificación, de manera que van quedando moléculas más pequeñas como metano, monóxido de carbono o hidrógeno", complementa Carlos Mario Ceballos, investigador del Tayea y profesor de la Universidad de La Guajira. El resultado de este proceso es un producto gaseoso rico en hidrógeno y monóxido de carbono, gases que se pueden usar para producir energía eléctrica o térmica, que incluso se podrían enriquecer con más hidrógeno para llevarlo a otro tipo de reactor y producir gasolina, diésel, keroseno, dimetil éter (precursor de biocombustibles y productos químicos) o ácido acetilsalicílico (aspirina).
DeCO2
El Tayea proyecta crear 'DeCO2', una spin-off que proporcionaría dispositivos para la gasificación y la generación de energía; además ofrecería asesoría en torno a la optimización de procesos industriales con base en el modelamiento y la simulación. La industria nacional tiene un potencial de ahorro energético que rondaría entre el 20 y 25 %. En ese sentido, proyectan conformar "distritos de aprovechamiento energético de residuos", en los que, con volúmenes de biomasa intermedios producidos en empresas medianas, grandes unidades residenciales, universidades, colegios o centros vacacionales, se pueda generar energía y otros productos de valor agregado. Así, teniendo en cuenta que con la gasificación quedan algunos elementos sólidos –como el biochar– y líquidos –como el vinagre de madera, usado en la industria alimentaria–, el grupo también le está apostando a la consolidación de productos para el mercado. "El biochar se puede convertir en carbón activado, muy usado en la captura de gases, la limpieza de afluentes hídricos y el sector textil", señala el profesor Ceballos.