La heterogeneidad de ese incremento se aprecia especialmente en el consumo, que en términos globales pasó de 88,6 a 91,4 millones de toneladas equivalentes de petróleo (Mtep). El aumento de la demanda de energía con biomasa sólida fue particularmente fuerte en Francia y en el Reino Unido, en menor grado quedan España e Italia, y quedó frenada y en descenso en dos de los países tradicionalmente situados en lo alto de la tabla, Suecia y Polonia. El consumo en España pasó de los 4.9 Mtep de 2012 a los 5,4 de 2013, aunque no impidió que bajara un puesto, del sexto al séptimo, superada por Italia.
El barómetro de EurObserv’ER constata subidas en todas las variables analizadas: producción y consumo globales y de electricidad y calor. Sigue habiendo lagunas importantes, como que España no aparezca ni en la tabla de la producción de calor ni en la de redes de calor. En cualquier caso, los datos se valoran como crecimientos moderados que harán imposible cumplir con los objetivos establecidos en los planes de acción nacionales de energías renovables, especialmente en la biomasa eléctrica. Ya en el barómetro de 2012 se consideró la ausencia de criterios de sostenibilidad comunes como un obstáculo para desarrollar y armonizar el mercado y el sector.
Sostenibilidad para garantizar inversiones
En el presente barómetro se incide en los efectos negativos de no contar con una legislación comunitaria que obligue a establecer sistemas de certificación de la sostenibilidad de la biomasa, máxime cuando crecen año a año las importaciones de biocombustibles, especialmente de pélets y desde Norteamérica. Un tercio de los casi 18,3 millones de toneladas de pélets que consumió la UE en 2013 procedieron, principalmente, de Estados Unidos y Canadá.
EurObserv’ER recuerda que tanto asociaciones europeas del sector eléctrico como del térmico, entre ellas la Asociación Europea de la Biomasa (Aebiom), claman por la introducción de criterios comunes de sostenibilidad. Centran la demanda sobre todo en cuestiones de mercado, al considerar que para los inversores esta ausencia de normativa hasta 2020, e incluso más allá, actúa como efecto disuasorio en su apuesta por la biomasa.
ENPlus, algo similar al PEFC y la legislación del Reino Unido
Ante esta falta de armonía legislativa, EurObserv’ER también recuerda que la industria hace años que se puso manos a la obra y que para el pélet doméstico se creó el sello de calidad ENPlus, a través el European Pellet Council. Dicho sello cubre actualmente la mitad de la demanda en el sector de la calefacción. En el caso del pélet industrial, los países más consumidores y netamente importadores, como Reino Unido, Dinamarca, Holanda y Bélgica, están tratando de implantar una certificación basada en el sistema de gestión y manejo del PEFC (Programme for the Endorsement of Forest Certification), con el nombre de Sustainable Biomass Partnership (SBP).
Mientras tanto, la Comisión Europea aboga por acogerse a las normativas de cada Estado miembro, aunque, según resalta EurObserv’ER, solo uno, el Reino Unido, cuenta con legislación al efecto. Es posible que tras este país sigan la estela Holanda, Dinamarca y Bélgica en el desarrollo de normativas sobre sostenibilidad. En todos los casos se trata de grandes consumidores presentes y futuros de biomasa para centrales eléctricas, alguna de ellas antiguas térmicas de carbón. Ironbridge (740 MW) y Drax (dos unidades de 630 MW), en el Reino Unido, son el mejor ejemplo de grandes centrales consumidoras de un pélet industrial procedente de Norteamérica para el que quieren disponer de la máxima garantía de sostenibilidad.