Hace cerca de dos años, el grupo Lantec, especializado en ingeniería, arquitectura, energía y medio ambiente, llegó a un acuerdo con la compañía francesa Thermya para adquirir la licencia de explotación de la tecnología Torspyd para la construcción de plantas de torrefacción de biomasa forestal y agrícola en España. El primer efecto comercial de este acuerdo se plasmará en Urnieta, donde el grupo vasco realizará el proyecto, dirección de obra y construcción llave en mano de una planta cuyo promotor es la empresa Dislanak.
El trabajo se llevará a cabo a través de dos empresas del grupo, Lantekin e Idema (Ingeniería del Medio Ambiente). Esta última es la filial especializada en los sectores de energía y medio ambiente. Con ellas se construirá una instalación que ocupará una superficie aproximada de 500 m2 (se trata de plantas modulares) y producirá anualmente 20.000 toneladas de madera torrefacta a partir de biomasa forestal. Según un comunicado de la empresa, estas plantas incluyen “un sistema de almacenamiento y transporte de la biomasa, un reactor, cámara térmica y ventiladores, así como equipos de secado de gases y de enfriamiento del producto”.
Menos fibra y menos humedad
Desde Lantec también apuntan las principales ventajas de la torrefacción: “es un proceso térmico mediante el cual se producen cambios en la estructura de la biomasa, reduciéndose su contenido en fibra y humedad”. Estas ventajas las corroboran desde el Centro Nacional de Energías Renovables (Cener) de la Fundación Cener-Ciemat, cuyo Centro de Tratamiento de Biomasa incluye una planta de torrefacción: “la biomasa torrefactada es menos fibrosa y friable, lo que reduce de forma significativa los costes de acondicionamiento y molienda; es más estable respecto a la degradación biológica, siendo homogénea y manteniendo sus cualidades estables; y el contenido de humedad es bajo, no sufriendo variaciones con el tiempo, ya que es hidrófoba”.
El proceso básico de torrefacción consiste en un calentamiento lento y prolongado de la biomasa en ausencia de oxígeno hasta temperaturas finales en el rango 230-300ºC. En el Cener reconocen que el combustible generado, como consecuencia del tratamiento aplicado, tiene un coste superior al original, sin embargo, presenta ventajas en su logística y utilización que pueden compensar el coste de transformación en casos de grandes consumos de biomasa que precisan largas distancias de transporte. También son más rentables en aplicaciones que requieren la pulverización fina de la biomasa, como la co-combustión en centrales térmicas de carbón, la producción de biocarburantes de segunda generación y la fabricación de pellets para exportación.
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