Jordi Aguiló, director general de Energía y Celulosa (Ence), respondía así durante una visita con periodistas a la central de biomasa (Biollano) ante las expectativas abiertas tras el anuncio en octubre de 2018 de la compra a Iberdrola de la planta termosolar contigua. Entonces se anunció una hibridación que “permitirá a la termosolar trabajar ininterrumpidamente cómo mínimo desde las seis de la mañana hasta las doce de la noche, que son las horas de máximo consumo de electricidad”.
Sin embargo, hoy la termosolar estaba parada. Un nublado persistente sobre el valle del río Ojalén hacía que “realmente lo que está pasando ahora es que estamos consumiendo energía en lugar de producirla –explicaba Aguiló–, cosa que no ocurriría si ya estuviera hibridada con la planta de biomasa, ya que el funcionamiento en continuo y la gestionabilidad de esta llevaría el vapor a la turbina de la termosolar y la mantendría activa”.
Como ya adelantó hace unos meses el periodista Tomás Díaz en El Economista, y confirmó hoy Aguiló, “todo está pendiente de que el Gobierno apruebe nuevas subastas de electricidad renovable y específicamente para este tipo de tecnologías más innovadoras. Mientras tanto, este proyecto y otros similares que nos gustaría poner en marcha tienen que esperar”. La segunda planta de biomasa que proyecta en esta misma ubicación Ence depende igualmente de futuras subastas.
Montañas de biomasa en lugar de montañas de carbón
Durante la visita organizada por la Asociación de Empresas de Energías Renovables (APPA), de la que Aguiló es presidente de la sección de Biomasa, también se comprobó que las montañas de carbón que antes dominaban las campas de la antigua instalación de Elcogás están repletas ahora de varios tipos de biomasas: residuos de cultivos de maíz, arranques de sarmientos, astillas de explotaciones forestales y especialmente orujillo.
De las 238.000 toneladas al año que entrarán en la caldera fabricada por Gestamp, más de la mitad (130.000) proceden de la industria oleícola, en concreto orujillo, lo que asegura un colchón importante de materia prima disponible. El segundo montante en importancia es de los sarmientos (60.000), repartiéndose el resto entre hojas de olivos y restos forestales y agrícolas.
Jordi Aguiló y Carlos M. Retortillo, director de Operaciones de Ence, enfatizaron que “la biomasa que empleamos es local, transportada desde un radio aproximado de unos 80-90 kilómetros, porque si la traes desde 200 o 300 kilómetros no sólo pierdes el componente de sostenibilidad ambiental, sino también el económico”.
“Puertas giratorias” en Greenalia
En las presentaciones, en las que también participó Margarita de Gregorio, directora de las secciones de Biomasa y Geotermia en APPA, se aprovechó para poner de relieve también los números, casi calcados, en potencia (cincuenta megavatios), generación de empleo (treinta directos y más de mil indirectos) y producción de energía (325.0000 megavatios hora al año) de otra central surgida de la primera subasta de renovables, la de Greenalia en Curtis-Teixeiro (A Coruña).
Esta última está a punto de entrar en funcionamiento y hoy era noticia también porque la Asociación para a Defensa Ecolóxica de Galiza (Adega) denuncia que la reciente entrada en Greenalia de la exconsejera de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio de la Xunta de Galicia, Beatriz Mato, como directora de Desarrollo Corporativo y Responsabilidad Social Corporativa “ejemplifica los fuertes vínculos entre la energía y cierta clase política. No son puertas giratorias, son verdaderos arcos del triunfo”.
Adega recuerda que en agosto de 2017 el departamento de la entonces consejera autorizó la planta, después de que el proyecto estuviera parado por el límite de potencia (diez megavatios por planta) que estableció el anterior Gobierno del Bloque Nacionalista Galego y el Partido dos Socialistas de Galicia-PSOE. “Fue uno de los ejemplos más claros de cómo una administración legisló a favor de los intereses empresariales”, remacha la ONG ecologista.