La CE pretende así aprovechar los “considerables beneficios económicos y ambientales” que reportan residuos biodegradables de jardín, cocina y alimentos que suman 88 millones de toneladas al año. Muchos de ellos generan ahora un impacto significativo sobre el medio ambiente, y la CE quiere que sean fuente de energía renovable y materiales reciclados. La comunicación presentada hoy promueve medidas para "liberar ese potencial mediante la mejor utilización posible de la legislación vigente, permitiendo al mismo tiempo a los Estados miembros decidir sobre las opciones más adecuadas a sus respectivas circunstancias; asimismo, serán necesarias iniciativas de apoyo a escala de la Unión”.
El 33% en el transporte y el 2% de toda la energía renovable
Según cálculos de la CE, alrededor de un tercio del objetivo de la UE para 2020 en materia de energías renovables en los transportes podría alcanzarse utilizando biogás producido a partir de biorresiduos. Pero hay más, ya que el 2% del objetivo global de energías renovables también se podría lograr si todos los biorresiduos se transformaran en energía. En la decisión de la CE también pesan las razones económicas, en especial en tiempos de crisis y recortes, por lo que recuerdan que la plena aplicación de las políticas vigentes, respaldada por una mejor gestión, tendría unos beneficios ambientales y económicos estimados entre 1.500 y 7.000 millones de euros, en función de la ambición de las políticas de prevención y reciclado.
Todavía no se especifican cifras concretas, pero entre las medidas prioritarias figuran un control estricto del cumplimiento de los objetivos relativos al desvío de residuos orgánicos de los vertederos y una aplicación adecuada de la jerarquía de desechos y otras disposiciones de la Directiva Marco de Residuos, que dan prioridad al establecimiento de sistemas de recogida selectiva. Las iniciativas de apoyo de la UE, conllevarán “el establecimiento de orientaciones e indicadores específicos para la prevención de los biorresiduos con posibles objetivos vinculantes en el futuro, así como normas y orientaciones sobre el compost en relación con la aplicación y la evaluación del concepto de ciclo de vida en el sector de los residuos”.
Mejor biogás si hay una buena calidad de los residuos
La Comisión insiste en que “el compostaje y la digestión anaeróbica constituyen las opciones ambientales y económicas más prometedoras para los biorresiduos cuya generación no pueda evitarse”. Pero también subrayan, en relación con las medidas a tomar, que “una condición previa importante es la buena calidad del material de entrada en dichos procesos”. Y vuelven a recordar: “en la mayoría de los casos, la mejor manera de conseguir esto sería mediante la recogida selectiva de los biorresiduos”.
En el análisis previo realizado por la CE, se apunta que las políticas nacionales de gestión de biorresiduos son muy diversas, y diferencia a los Estados miembros que han adoptado pocas medidas de otros que disponen de políticas ambiciosas en este ámbito. Algunos ejemplos de “sistemas sumamente eficientes basados en la separación de los distintos flujos de biorresiduos” los sitúan en Alemania, Austria, Bélgica, España (Cataluña), Italia (algunas regiones), Luxemburgo y los Países Bajos.
Por último, la lucha contra el cambio climático también está muy presente entre los datos que mueven a tomar nuevas medidas. Si se maximizara el tratamiento biológico de los residuos, el beneficio más visible y significativo sería evitar unas emisiones de gases de efecto invernadero estimadas en alrededor de 10 millones de toneladas equivalentes de CO2 en 2020.
Más información:
http://ec.europa.eu/environment/waste/compost/index.htm