En el estudio publicado en Ecosystems han participado investigadores del Centro Tecnológico Forestal de Cataluña (CTFC), el Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (CREAF), el Consejo Superior de Investigaciones Científica (CSIC) y la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB). La conclusión principal es que si se extrae biomasa para bioenergía se podría modificar de manera importante el régimen de incendios, por lo que se consideraría dicha extracción como “una estrategia eficiente y económica para tratar de reducir el combustible forestal”.
En una nota de prensa, concretan que el artículo apunta a que potencialmente se podría reducir la superficie quemada hasta en un 60%, especialmente si la extracción de biomasa se ubica de manera estratégica en áreas de alto riesgo de incendio, y según los modelos. Añaden que “toda esta información serviría de piedra angular para que los programas de prevención de incendios implementen y optimicen los tratamientos de reducción de combustible de la manera más eficiente".
Nuevos modelos de gobernanza a nivel local
Según Adrián Regos, autor principal del artículo e investigador del CTFC, para que la extracción de biomasa se convierta en una estrategia eficaz de prevención de incendios hay que tener en cuenta “la ubicación de los tratamientos, la intensidad y la capacidad del cuerpo de bomberos de aprovechar las oportunidades creadas".
El estudio valora las sinergias que podría presentar esta estrategia con las políticas socioeconómicas y energéticas, fortaleciendo el vínculo entre el sector forestal y el energético, sobre todo vinculado con una política de consumo de proximidad que podría favorecer la falta de gestión forestal en muchos puntos del territorio. “Incentivar esta gestión tanto a nivel público como privado –apostillan– implicaría nuevos modelos de gobernanza a nivel local, especialmente en aquellas políticas vinculadas a los fondos europeos de desarrollo rural y regional (Feder y Feader) que son las que más potencial tienen”.
Reducir el coste de extinción de los incendios
Lluís Brotons, investigador del CSIC en el CREAF y uno de los impulsores, resalta también “el efecto positivo de esta actividad en una posible reducción del coste de extinción de los incendios”. Por este motivo, también consideran que es necesario “combinar prácticas de extracción de biomasa con otros tratamientos de reducción de combustible acumulado en el sotobosque, ya sean mecánicos o mediante quemas prescritas, aquellas en que se aplica fuego intencionado y controlado al sotobosque con este propósito”.
El estudio se basa en un modelo que reproduce las interacciones entre el fuego, la vegetación y la extracción de biomasa en un paisaje mediterráneo. El CREAF informa que de esta manera “han llegado a la primera evaluación cuantitativa de esta práctica a medio plazo (hasta 2050)”.
Dos LIFE+ para producir bioenergía y luchar contra los incendios
En España son varios los proyectos LIFE+ que intentan desarrollar políticas y medidas de extracción y aprovechamiento energético de la biomasa para luchar contra los incendios forestales. Uno de ellos (Bioenergy and fire prevention), ya finalizado y que afectaba a municipios levantinos, concluía también que la extracción ordenada de la madera en los montes valencianos reduce el riesgo de que se generen grandes incendios en un 60%.
Otro LIFE+ ahora en vigor, EnerbioScrub, trabaja en cuatro zonas de España (As Pontes, en A Coruña; Garray, en Soria; Las Navas del Marqués, en Ávila; y Fabero, en León) en las que se llevan a cabo estudios y evaluaciones de carácter demostrativo para valorar qué medidas hay que tomar para reducir los riesgos de incendios forestales y obtener la biomasa en las mejores condiciones tecnoeconómicas y ambientales.