El plan presentado por la Comisión Europea (CE) pretende “mejorar e incrementar el uso sostenible de los recursos renovables para hacer frente a retos mundiales y locales como el cambio climático y el desarrollo sostenible”. Así se expresa en la nota de prensa que presenta el documento Una bioeconomía sostenible para Europa: fortalecer la conexión entre economía, sociedad y medio ambiente.
Desde la CE consideran que “alcanzar una economía circular sostenible exige un esfuerzo coordinado por parte de las autoridades públicas y de la industria”, y para dirigirlo, teniendo en cuenta tres objetivos clave, afirma que pondrá en marcha catorce medidas concretas en 2019.
Uno de esos tres objetivos plantea que “reducir la dependencia de recursos no renovables e insostenibles, ya sean locales o del exterior, es vital para cumplir los objetivos energéticos y climáticos de la UE”. Y se hace mención a la bioenergía, “actualmente la mayor fuente de energía renovable de la UE”, para que “siga siendo un componente vital de la combinación energética en 2030”.
Confianza en los criterios de sostenibilidad habidos y por venir
La transformación de materias primas nuevas o residuales de origen biológico en energía forma parte de los conceptos tanto de bioeconomía como de economía circular, de ahí que esté presente a lo largo del texto presentado por la CE. Sin embargo, el documento contiene varias matizaciones sobre la plena incorporación de la bioenergía a la bioeconomía.
Se asume que “la bioenergía puede contribuir significativamente a la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero cuando se produce de forma sostenible y se utiliza de manera eficiente”, pero también que “puede asociarse a impactos ambientales no intencionados, que deben ser mitigados a través de la regulación y las buenas prácticas a nivel global y corporativo”.
La CE confía en que con los criterios de sostenibilidad ya en marcha para los biocombustibles líquidos y los previstos para los sólidos y gaseosos en la nueva directiva de renovables se eliminen dichos impactos, en especial en relación con la biomasa forestal.
La jerarquía en el uso de los residuos
Por otro lado previenen sobre el riesgo de utilizar nuevas tierras para el cultivo de plantas con destino a la producción de bioenergía y biomateriales, sobre todo derivados de la competencia con los alimentos. Y se insiste en respetar la jerarquización en el uso de residuos, en el que priman la prevención, el reciclado y la reutilización frente a la valorización energética. Igualmente, dentro del denominado uso en cascada, prevalecen otros destinos (alimentario, maderero, textil...) antes que el energético.
Ese uso en cascada queda patente en frases como esta: “la transformación de residuos en productos de mayor valor agregado vinculará aún más varias fuentes de biomasa con la producción de una gama de productos como alimentos, piensos, biotextiles, biopolímeros, productos químicos, bioplásticos y eventualmente bioenergía y biocombustibles”.
La opción más viable: las biorrefinerías dentro de los procesos de producción de residuos
No obstante, no se desecha el potencial que tiene la bioenergía para aprovechar residuos de cultivos de trigo y maíz o tras la digestión anaerobia de otros residuos orgánicos y aguas residuales. En este caso destacan la importancia de la producción integrada de productos químicos y bioenergía en biorrefinerías, incorporadas en muchos casos a los propios procesos de producción de de las materias primas de las que proceden los subproductos.
Precisamente, entre las catorce medidas a implementar ya “a fin de liberar el potencial de la bioeconomía para modernizar la economía y la industria europea en aras de una prosperidad sostenible sostenible a largo plazo”, la CE establecerá “una plataforma de inversión sobre bioeconomía circular de cien millones de euros para acercar las bioinnovaciones al mercado y reducir el riesgo de la inversión privada” y facilitará “el desarrollo de nuevas biorrefinerías sostenibles en toda Europa”.
Una de las primeras reacciones a este documento proviene de la Confederación Europea de Propietarios Forestales, que le da la bienvenida por la concreción de las medidas a emprender. Junto a otras asociaciones europeas, como Eustafor y Copa-Cogeca, “acogen con satisfacción el enfoque sistémico de la nueva estrategia para el desarrollo de la bioeconomía y se complacen en ver la mayor importancia de la cooperación intersectorial y la coherencia de las políticas”.