A finales del pasado año, el National Research Council de Estados Unidos emitía un informe en el que afirmaba que, en la actualidad, producir biocombustibles a partir de algas consume cantidades insostenibles de energía, agua y fertilizantes. Investigadores y empresas lo saben, de ahí que surjan proyectos que trabajan con las aguas residuales como “caldo de cultivo” idóneo para aportar rentabilidad y sostenibilidad al proceso.
BioAlgas, AllGas y Algamet son algunos de esos proyectos, en los que participan universidades, centros de investigación y empresas a la búsqueda del diseño de los elementos y procesos más rentables. Hasta la fecha, los sistemas de cultivo en raceways (estanques abiertos circulares) ganan la partida a los fotobiorreactores (sistema tubular cerrado), pero nuevas investigaciones en este último campo intentan demostrar su viabilidad económica y ambiental.
Primer kilo de biomasa algal en Chiclana
Las empresas Fotobiorreactores Industriales e Inorme y la Universidad Politécnica de Cataluña trabajan en esta última dirección dentro del proyecto BioAlgas. Por otro lado, este mismo verano, Aqualia, la empresa española filial de FCC encargada de la coordinación de All-Gas, daba a conocer la obtención de los primeros kilos de cultivo de biomasa algal en la depuradora de Chiclana de la Frontera, en Cádiz. En este caso, la opción es clara: raceways.
Por último, aunque no se descarta la futura producción de bioetanol y biodiésel, los proyectos que utilizan actualmente aguas residuales o depuradas encuentran más rentable la producción de biogás. La información ampliada de todas estas investigaciones se puede encontrar en el último número de Energías Renovables, perteneciente al mes de septiembre.
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