De 804.916 toneladas en 2008 a 4.157.319 en 2018. Las cifras de Avebiom reflejan una reducción de emisiones de dióxido de carbono que se ha multiplicado por cinco durante la última década gracias a la instalación creciente de estufas y calderas de biomasa, en especial las que utilizan tecnologías más avanzadas de reducción de emisiones en general y de eficiencia en la quema de biocombustibles sólidos.
“Los datos no incluyen los equipos tradicionales alimentados por leña, como son las antiguas estufas, barbacoas y otros de menor eficiencia”, señalan desde Avebiom. Esto hace que el número de instalaciones se quede en unas 300.000 y que la reducción principal proceda de “modernas calderas y equipos de uso industrial o comunitario (3,6 millones de toneladas), mientras que las estufas y calderas de uso residencial sumen algo más de medio millón de toneladas”.
Sin embargo, es en este último apartado, el de los equipos más domésticos (con una potencia inferior a cincuenta kilovatios) donde siguen creciendo en un mayor porcentaje las reducciones (19,3 por ciento en 2018), ya que el ritmo de implantación sigue siendo alto. Por el contrario, el crecimiento se desacelera de forma más acusada (6,6 por ciento) en los equipos de uso comunitario, comercial, industrial y de servicios.
Reducciones que siguen siendo cuestionadas
“La cifra total de toneladas de CO2 reducidas es equivalente a la teórica retirada de la circulación de alrededor de 2,8 millones de turismos; es decir, el 11,5% de los que circulan en España”, añaden desde Avebiom. Sin embargo, desde instancias ecologistas y científicas se cuestiona cada vez más esa capacidad de reducción asociada a las emisiones neutras de la biomasa: emite lo que ha captado cada planta al crecer.
Artículos publicados en revistas como Nature y Science, entre otras, y otros posicionamientos científicos (uno de los últimos vino del European Academies Science Advisory Council) esgrimen que el proceso de recolección, tratamiento, transporte y combustión de los biocombustibles sólidos, especialmente procedentes de bosques, genera unas emisiones de carbono que en ocasiones son mayores por kilovatio hora de electricidad o calor generado que las procedentes de la quema de combustibles fósiles.
Menos dependencia energética e incremento del negocio y del empleo
Desde Avebiom, y otras organizaciones europeas y mundiales del sector, siguen poniendo en valor la capacidad de reducción y otras connotaciones positivas. “El uso de biomasa térmica por parte de las 300.000 modernas estufas y calderas que funcionaban a finales de 2018 en España ha permitido evitar la importación de un equivalente a 1.570 millones de litros de gasóleo”, asegura Avebiom.
Por otro lado, la misma asociación añade que “el sector de la biomasa tecnológicamente más avanzado generó en 2018 un negocio de 870 millones de euros, casi un dos por ciento más que el ejercicio anterior, y emplea a 9.600 personas, un once por ciento más”.
Por último Avebiom avanza que, con motivo de los diez años de actividad del Observatorio de la Biomasa en España, presentará en Expobiomasa 2019 (24 al 26 de septiembre en Valladolid) “un informe sobre la evolución del sector y su contribución a la lucha contra la emisión de gases de efecto invernadero procedentes del uso de combustibles fósiles responsables del cambio climático”.