Se trata de Celtic Renewables, con base en la capital de Escocia, Edimburgo, y primera en su tipo en el mundo, una empresa que busca sacarle partido al uso de los millones de toneladas anuales de residuos de la producción de whisky.
Concretamente, las destilerías de Escocia actualmente producen al año alrededor de 750.000 toneladas de draff, restos de humedad de la malta (ver recuadro) y 2 mil millones de litros de potale, el residuo del mosto fermentado después de la destilación.
Con esta materia prima Celtic Renewables crea biobutanol, un biocombustible que puede ser usado directamente como sustituto de los combustibles fósiles, y que según los investigadores proporciona un 25% más de potencia que el bioetanol tradicional.
El profesor Martin Tangney, fundador de Celtic Renovables y director del Centro de Investigación de Biocombustibles de la Universidad Napier, alma mater del proyecto, asegura que “la industria del whisky de malta escocés es un recurso apropiado para desarrollar biobutanol, no sólo como un sustituto directo de los combustibles fósiles, lo que reduciría las emisiones de CO2 y el consumo de petróleo, sino que proporcionaría también seguridad energética, sobre todo en las tierras rurales y remotas donde justamente se produce el whisky”.
Apoyo total del gobierno escocés
El proceso no sólo ha entusiasmado al gobierno escocés, quien apoya fervientemente la iniciativa, sino que incluso en marzo pasado Celtic Renovables se ha asegurado 500.000 libras (cerca de 690.000 euros) en nuevas inversiones, 250.000 libras (345.000 euros) en participación en el capital proveniente del Banco de Escocia de Inversiones, acompañado de otras 250.000 libras de un inversor privado del que no se ha facilitado su identidad.
Esto ha llevado a decir al ministro de Energía escocés, Fergus Ewing: “Estoy muy contento de que el Banco de Escocia de Inversiones dé apoyo a las energías renovables de una empresa local que está produciendo un producto tan emocionante e innovador”.
Celtic Renewables, en colaboración con la Planta Piloto Biobase de Europa, con sede en la ciudad belga de Gante (BBEPP, por sus siglas en inglés), produjo en febrero pasado las primeras muestras de biobutanol a partir de un proceso de fabricación llamado acetona-butanoletanol (ABE) de fermentación, desarrollado originalmente en el Reino Unido hace un siglo, pero hasta hoy dejado en el olvido en beneficio de la industria petroquímica.
“Hemos tomado con éxito una tecnología desaparecida y adaptada a las condiciones actuales del mercado, atrayendo la inversión y socios necesarios para aumentar la escala de la producción industrial y demostrar que esto funciona a gran escala”, asegura el profesor Tangney. “Además -continúa-, esta demostración de fe por el Banco de Escocia de Inversiones y nuestro inversor privado lleva a Celtic Renewables a un nuevo nivel y hace crecer el valor de nuestras acciones hasta los 10 millones de libras (13 millones de euros)”.
Celtic Renovables estima que esta tecnología podría anunciar una nueva era en los biocombustibles sostenibles y crear una industria en el Reino Unido por valor de 100 millones de libras al año.
Primera planta piloto en 2018
Actualmente, la compañía está tratando de asegurar la financiación del Departamento de Transportes por 25 millones de libras a partir de una competencia de demostración de biocombustibles avanzados. De tener éxito, ese dinero se utilizará para construir en 2018 la primera planta piloto en la ya existente planta petroquímica de Grangemouth, a unos 30 kilómetros de la capital escocesa.
A nivel estatal, el proyecto también ha despertado el interés del departamento británico de Energía y Cambio Climático (DECC) a través del Fondo de Empresarios de la Energía, un programa de un millón de libras. Para el secretario del área, Ed Davey, “esta nueva tecnología trae subproductos de lo mejor de la exportación de Escocia a los coches, y es este tipo de innovación líder en el mundo para lo que el Fondo de Empresarios de la Energía ha sido diseñado”.
Más información: www.celtic-renewables.com
Cuadro 1
Un proceso lento
Hay más de 250 destilerías de whisky en Escocia. Al menos en lo que se refiere a las oficialmente contabilizadas, ya que al margen de las anteriores, simples de reconocer como comerciales –algunas de ellas industriales, incluso–, existen un número indefinido pero seguro que nada desdeñable de destilerías “hogareñas”, con una producción con toda seguridad de carácter artesanal. Lo indudable es que no hay país en el mundo donde más esfuerzo humano se dedique a obtener “agua de vida”, uisge beatha en gaélico original, llamada así por las propiedades medicinales que se le atribuían, y cuya forma abreviada y levemente modificada ha derivado en whisky.
El whisky es básicamente un destilado producido a partir de la cebada, como fruto de un proceso de germinación del cereal bajo determinadas condiciones de temperatura y humedad. Un secado producido con humo de turba –un carbón vegetal que también aromatiza– permite obtener malta que, ya seca, tostada y molida, se mezcla con agua caliente y más tarde con las levaduras que permitirán su fermentación.
Después de varias semanas de comenzado el proceso, el caldo obtenido es destilado dos veces, de cuya segunda fase es la que se obtiene el whisky, al que aún le falta el añejamiento en barricas de roble que anteriormente hayan contenido vinos de Jerez o Bourbon. Una vez listo el producto, puede comercializarse así, tanto como un single malt, o realizar mezclas de ellas para obtener un blend, la variedad de whisky más consumida en el mundo.
Cuadro 2
Sin embargo, el mejor whisky del mundo es... ¡taiwanés!
Al menos eso es lo que se ha juzgado en el World Whiskies Awards, el concurso que premió en marzo pasado a los mejores brebajes. Se trata del Kavalan Solist Vinho Barrique Single Cask Strength, considerado por el jurado como el mejor whisky de malta de 2015.
El caldo consagrado es destilado en el condado de Yilan, al nordeste de Taiwán, por la destilería Kavalan, que sólo tiene una década de existencia y no es novata en eso de acaparar premios internacionales para sus creaciones.
Según sus fabricantes, el Kavalan Solist Vinho Barrique Single Cask Strength es madurado en barricas de roble americano anteriormente utilizadas para la crianza de vinos blancos y tintos. Su graduación alcohólica es de 58,6% y, de acuerdo a la nota de cata de los expertos, da “a frutas cocidas en la nariz”, una textura “cremosa”, notas de “clavo de olor, canela y chile seco”, “sorprendentemente suave en el paladar”, “como Bourbon infusionado con chocolate con leche” y “nuez y avellana en un final muy seco”.
Tampoco debería sorprender tanto la noticia, en la edición de 2014, el triunfador del mismo concurso fue un whisky de malta procedente de la isla australiana de Tasmania.
Cuadro 3
Hoja de ruta para el desarrollo de la biorrefinería escocesa
En febrero pasado, el Grupo de Desarrollo de la Biotecnología Industrial de Escocia, con el apoyo de Scottish Enterprise, un organismo público patrocinado por el gobierno escocés que fomenta el desarrollo económico, la empresa, la innovación y la inversión en los negocios, dio a conocer la llamada Hoja de Ruta para la Biorefinería en Escocia.
En ella, se esbozan las acciones requeridas y el apoyo necesario para contribuir al objetivo de aumentar el volumen de negocios en biotecnología industrial de 189 millones de libras (260 millones de euros) en 2012 a 900 millones de libras (1.242 millones de euros) en el año 2025, tal como se establece en el Plan Nacional de Biotecnología Industrial.Como parte del plan, Escocia está interesada en establecer biorrefinerías a través de la infraestructura, la inversión, la colaboración y la transferencia de tecnología.
Entre los pasos que se proponen dar se destaca la de generar oportunidades de materia prima, a partir de los residuos domésticos, comerciales e industriales, así como coproductos forestales, y a largo plazo, macroalgas. Celtic Renewables y su desarrollo del biobutanol a partir de residuos de la producción del whisky es parte de este aspecto.