bioenergía

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¿Qué es la bioeconomía? ¿Y el biorrefino? ¿Cuáles son los retos a los que se enfrenta su desarrollo? ¿Qué alternativas plantea? ¿Qué salidas le ofrece al sector primario? ¿Por qué paga más impuestos en España el bioetanol que la gasolina? De todo ello y de mucho más nos habla, en esta edición, el director general de la Asociación Española del Bioetanol, José Ramón Freire López, probablemente la persona que más y mejor conoce este sector en España.
El valor de la bioeconomía

La Comisión Europea señala que la bioeconomía comprende aquellas partes de la economía que utilizan recursos biológicos renovables de la tierra y del mar, como cultivos, bosques, peces, animales y microorganismos, para producir alimentos, materiales y energía. La bioeconomía se fundamenta en el uso de la investigación, la innovación y el desarrollo para generar un desarrollo económico justo y una transición sostenible a modelos más amigables con nuestro entorno. Esto implica adoptar prácticas agrícolas y forestales sostenibles, promover la investigación, la innovación, la inversión en biotecnología, desarrollar métodos de producción eficientes reduciendo el desperdicio. El ámbito de actuación de la bioeconomía abarca campos distantes, como la construcción, el sanitario, el alimentario o el energético. Parte de la dificultad para entender adecuadamente las posibilidades y necesidades de la bioeconomía deriva precisamente de que todas esas actuaciones no se pueden desarrollar y valorar por separado, los proyectos actúan sobre campos dispares y requieren de una actuación coordinada de sectores industriales que hasta la fecha habían tenido poco contacto.

La transición a sociedades con modelos que empoderen a la bioeconomía, con un sector primario en el centro del debate, implica un proceso con profundas repercusiones de carácter social y ambiental, su desarrollo requiere un cambio de pensamiento y aceptación, un apoyo político al nuevo paradigma para finalmente lograr un compromiso inversor a largo plazo en áreas que habían dejado de tener atractivo.

Para acabar de esbozar el complejo problema el esquema de actuación diferirá según el contexto regional. 

El biorrefino, en España
Una importante parte de la bioeconomía es el biorrefino. El nacimiento del biorrefino en el pasado siglo tuvo lugar mediante plantas cuyo principal objetivo era producir biocombustibles. La mayor facilidad para disponer de suelo agrario y mano de obra barata fuera de Europa y la necesidad de incorporar cada vez mayores cantidades de combustible diésel en Europa incentivaron la implantación de cultivos de palma y otras oleaginosas en esos países agravando el problema de deforestación y cambio de uso de la tierra.

Mientras que en Europa el campo no encontraba salida para sus productos y pocas fueron las petroleras que se decidieron a invertir en verdaderas plantas de biorrefino en nuestro continente.

En España las cooperativas agrarias y grupos industriales como Abengoa invirtieron en el pasado en esas plantas de producción de biocombustibles con materias primas autóctonas, pero sin el apoyo de las grandes petroleras su producto no encontraba fácilmente el hueco en el mercado frente a los aceites importados. Así, muchas cerraron y otras, las de bioetanol, tuvieron suerte al encontrar en la exportación una salida para sus productos. 

Ante la situación descrita se genera un importante movimiento ecologista europeo contrario a la incorporación de biocombustibles en mezcla, movimiento que no es mitigado por las grandes compañías petroleras, pues incorporar mayores porcentajes de biocombustible incrementa el precio al usuario final al tiempo que resta ventas de su producto fósil de refinería.

En ese marco, en España, la Administración, sorprendentemente, grava más al bioetanol (que es el biocombustible que podríamos producir con materia prima autóctona) que a la gasolina. Más aún, paradójicamente, cuanto más renovable es el combustible (E85, 85% de bioetanol, 15% de gasolina) más gravado está (60,8 euros por megavatio hora de contenido energético), frente a los 29,8 euros del E10 (que solo lleva un 10% de bioetanol) o los 27,7 euros del E5 (cinco por ciento de contenido bio).

En Francia lógicamente es al revés. Al combustible E10 se le aplica un gravamen de 74,5 euros por megavatio hora, mientras que al bioetanol E85 se le aplica un tipo impositivo híperreducido: 17,8 euros.

Por otra parte, las presiones del sector del petróleo ocasionan que en determinado momento el gobierno español elimine los objetivos separados de mezcla de bioetanol y biodiésel, lo que provoca que el sector se decante ya totalmente hacia el biodiésel importado de países con problemas de deforestación (más barato y con mayor apoyo fiscal en España), dando cada vez más argumentos a los grupos ecologistas y condenando al sector productor nacional.

El nuevo biorrefino
El biorrefino normalmente nos refiere a una industria enclavada en las zonas rurales, que procesa materias primas del entorno (madera, podas, paja, cereales, remolacha, cultivos energéticos…) y que puede proveer de todos los productos de una refinería fósil tradicional además de alimentos. Esa sustitución la hace de forma sostenible y sin utilizar fuentes fósiles, generando empleo rural directo e indirecto y utilizando, como antaño, los recursos naturales y sostenibles de nuestra biosfera pero escalando los procesos a un ámbito industrial.

Hace unos años en Europa, con Francia a la cabeza tras la conflictividad social por los precios de los carburantes conocida como revuelta de los chalecos amarillos, se decide apoyar un nuevo tipo de biorrefino. Un biorrefino que pone al agricultor y al transportista en el centro y que es compatible con la producción alimentaria. La primera medida es eliminar el impuesto especial sobre el bioetanol, lo que ocasiona que los operadores de distribución de carburante independientes (Intermache, Carreforur…) instalen surtidores de E85 (más de un tercio de estaciones de servicio francesas ya los tienen actualmente). Con infraestructura de carga y a mitad de precio frente a la gasolina en surtidor, gracias a esa fiscalidad, la demanda en Francia empieza a aumentar y con ello el interés por implantar nuevo biorrefino.

Así, el 39% de las estaciones de servicio francesas ya suministran hoy E85.

Este nuevo biorrefino europeo nada tiene que ver con las obsoletas plantas de biocombustible de aceites (biodiesel) y dan lugar a una nueva realidad. Esta.

• El nuevo biorrefino concentra la proteína de los cereales cultivados en Europa para hacerlos competitivos frente a la soja importada (la soja tiene una concentración proteica más alta y estaba desplazando la utilización de nuestros cereales en la fabricación de piensos). Al caso: el biorrefino separa el almidón del cereal (el almidón aportaría un exceso de grasa a la carne animal) y lo convierte en bioetanol (y lo que no es almidón queda para pienso). El biorrefino europeo de cereal produce así más alimentos que biocarburante.

• La industria del biorrefino ayuda al campo y a la producción agroganadera. Al aumentar la demanda incentiva el aumento de la productividad a través de la innovación y nuevas técnicas de cultivo.

• El biorrefino europeo evita el cambio de uso de la tierra en terceros países. Se puede evitar la expansión de los cultivos de soja fuera de la UE priorizando el uso del bioetanol procedente del biorrefino europeo frente a los aceites de palma o aceites usados de Asia.

• El biocombustible de biorrefino europeo evita más emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) que los vehículos eléctricos. El biocombustible del nuevo biorrefino ha conseguido abatir más del 78% del CO2 frente a las gasolinas (datos agregados y auditados para volúmenes certificados bajo la metodología de la directiva europea RED II).

Biorrefino y desarrollo rural en España
En el caso del campo español tenemos un triple problema: éxodo rural; cambio de uso de la tierra agraria (residencial, industrial, forestal, energético…); y competencia difícil en los mercados internacionales con productos no transformados.

Es necesario crear empleo y condiciones justas de vida en el entorno rural. Los bajos salarios en el ámbito rural provienen de la dificultad para el agricultor para competir con los bajos precios de los productos de otros países. Por otro lado, el aumento de la productividad y el techo de demanda alimentaria provocan el abandono de los suelos con rentabilidades marginales más bajas (el campo europeo frente al resto de continentes). Es necesario aumentar la demanda de los productos del campo y para eso hay que buscar mercados más allá del alimentario.

Por otra parte, con la excepción de las exitosas experiencias con el vino y el aceite, en el campo español no se está implantado nueva industria que valorice los productos agrarios y cree empleo rural. El campo español a través del biorrefino tiene una nueva oportunidad para competir con productos elaborados y diferenciados con mayor valor añadido, de forma análoga a como se hizo en el pasado con el vino y con el aceite.

Nuestra sociedad debe pasar de un modelo en donde las compañías energéticas influyen en los medios y marcan el rumbo de la administración a un modelo que ponga en el centro del debate nuestra producción agraria y el sector primario, donde las cooperativas agro-ganaderas adquieran el peso político y el tamaño adecuado, a través de procesos de concentración y capitalización, para participar de forma activa en la transición energética. Solo así se conseguirá producir de forma sostenible, alineándonos con la independencia energética y alimentaria tan necesarias en España.

Dando mayor peso al sector primario, al sector productor y a la bioeconomía conseguiremos tener una sociedad resiliente ante futura crisis energéticas, sanitarias y/o alimentarias.

Beneficios para el país
Con el biorrefino se trasladan las rentas de la importación de combustibles fósiles al campo, la cooperativa agraria no compite vendiendo el cultivo en bruto sino transformado en productos de mayor valor, el ganadero tiene acceso a una proteína autóctona y reduce su dependencia de la soja importada (independencia alimentaria de nuestro país). Por otra parte, el transporte a través del bioetanol tiene una opción económica para la descarbonización, que no requiere de nuevos vehículos e infraestructuras de suministro, al tiempo que se reduce la dependencia energética del país. En resumen, beneficios en tres ámbitos: desarrollo rural, independencia energética y alimentaria y descarbonización.

La apuesta única por la electrificación está retrasando la consecución de objetivos de reducción de emisiones fijados en el borrador del Plan Nacional de Energía y Clima (Pniec) para el año 2030, siendo clave combinar la electrificación del transporte con los combustibles renovables.

El borrador de actualización del Pniec 2023-2030 plantea en su escenario objetivo un fuerte aumento del número de vehículos eléctricos (hasta los 5,5 millones), así como un estancamiento de la aportación de los combustibles renovables (12%). Sin embargo, un escenario alternativo, con una previsión más realista de electrificación del parque (3,6 millones) y mayor cuota de combustibles renovables (20%) permitiría ahorros de emisiones GEI en el transporte en 2030 superiores a los que se conseguirían en el escenario Pniec.

El ahorro de emisiones GEI en este escenario alternativo no sólo sería mayor, sino que además tendría menor coste para las arcas públicas. El coste de la reducción de emisiones de los vehículos eléctricos, teniendo en cuenta las ayudas a su adquisición y las deducciones aplicables al IRPF, oscila entre 500 y 1.500 euros por tonelada de ceodós (€/tCO2), mientras que el coste con combustibles renovables, incluyendo un tratamiento fiscal favorable en el Impuesto Especial sobre Hidrocarburos o ayudas para renovar vehículos, podría oscilar entre 150 y 400 €/tCO2.

Adicionalmente, se estima que, para alcanzar el objetivo de 5,5 millones de vehículos eléctricos en 2030, se necesitaría una inversión de alrededor de 62.500 millones de euros y se emitirían un total de 59 millones de toneladas CO2 equivalente, donde se incluye el desarrollo de capacidad renovable para cubrir el aumento de demanda eléctrica y la infraestructura de recarga eléctrica, pública y privada, frente al aprovechamiento de la infraestructura existente para los combustibles renovables.

Con ese apoyo a los combustibles renovables estaríamos preparando también el futuro sostenible de los sectores del transporte con alta intensidad energética y difícilmente electrificables (por ejemplo, el sector aéreo y marítimo).

Veinte naciones
Ya son 20 los países europeos que están fomentando la gasolina E10, que duplica el contenido de bioetanol frente a la que tenemos en España (E5). Los números de Francia, antes reseñados, son extraordinarios. Allí, los usuarios ven interés en transformar sus vehículos para poder usar este combustible (que es más barato que la gasolina) y, a la vista del éxito en la trasformación, las marcas más agiles ya disponen de oferta de vehículos preparados para usar este combustible renovable de serie.

Este escenario de demanda a su vez atrae la inversión a la industria agraria de transformación (biorrefino) creando empleo rural con las rentas que antes se trasladaban fuera por la importación de soja, petróleo o biodiesel.

La primera economía del mundo, Estados Unidos (EEUU), cuna del automóvil, ha decidido apoyar el biorrefino, lo que le ha llevado a ser el primer productor, consumidor y exportador de cereales (sin ayudas tipo PAC a sus agricultores) y también el primer productor, consumidor y exportador de bioetanol.

El aumento de la demanda en EEUU ha generado aumentos de productividad y producciones excedentarias a la alimentaria. En los próximos 10 años veremos la evolución, y sin ninguna duda en Francia y en EEUU, en breve, se conducirán camiones o furgones con más porcentaje de biocombustible. Sostenibilidad y economía mandan.

Conclusión
Los últimos años de la política climática y energética en España han demostrado más que nunca que se necesita una nueva forma de pensar sobre los biocombustibles y su contribución a la descarbonización del transporte. Las biorrefinerías de bioetanol en España pueden…

• Reducir las emisiones de CO₂ en el transporte
El bioetanol es una alternativa de combustible sostenible que reduce las emisiones GEI de los automóviles híbridos y de gasolina. Además, es la alternativa más disponible y asequible frente a los combustibles fósiles. Actualmente, la tecnología que está dominando las ventas es la híbrida con motor de combustión de gasolina. Pues bien, según la consultora Francesa IFP Energies nouvelles (IFPEn), la combinación de electricidad y combustible E85 es la óptima para descarbonizar el parque de automóviles. Dado que los coches de combustión interna seguirán siendo mayoritarios en las carreteras de la UE en 2030-2040, el bioetanol puede ayudar a la UE a cumplir sus objetivos climáticos de una manera socialmente inclusiva.

• Apoyar a los agricultores y ganaderos europeos e impulsar la seguridad alimentaria
Las biorrefinerías de la UE convierten cultivos multiuso y residuos agrícolas de los agricultores europeos en combustible renovable, piensos y alimentos para animales de alta calidad y otros subproductos valiosos. Dado que la UE depende actualmente de las importaciones de alimentos para animales con alto contenido en proteínas, se beneficiaría de una mayor producción de alimentos nacionales a partir de estas biorrefinerías de bioetanol. Esto garantiza mercados sólidos para los agricultores europeos e impulsa la independencia energética y la seguridad alimentaria de la UE.

• Ayudar a la independencia energética
El transporte de la UE sigue dependiendo en más del 92% del petróleo fósil. El bioetanol, es la forma más inmediata, rentable y socialmente inclusiva de reducir esta dependencia.

• Contribuir a la igualdad entre regiones y ciudadanos
Cambiar a un combustible renovable no exige el coste que para el usuario y/o el país va a tener un achatarramiento prematuro. El bioetanol puede usar vehículos e infraestructuras existentes.

• Complementar a las industrias europeas estratégicamente vitales
Además de combustibles renovables, que ayudan a mantener los puestos de trabajo de nuestra industria del automóvil, alimentos y piensos para animales que facilitan la competitividad de nuestra pujante ganadería, las biorrefinerías de bioetanol también producen alcohol para aplicaciones industriales, médicas y alimentarias, así como CO₂ biogénico para bebidas, invernaderos y para la futura producción de e-fuels.

Confiemos en nuestra inteligencia, madurez y sensatez como país y sociedad, no limitemos la demanda ni prohibamos tecnologías, establezcamos únicamente reglas de juego sostenibles. Ante una crisis de demanda, ante la escasez, el ser humano con tecnología e ingenio ha sabido históricamente producir para crear la oferta para satisfacer sus necesidades. El potencial de nuestra biosfera, de nuestros campos y de nuestros mares, con capital, trabajo e innovación podrá sustituir al petróleo y lo puede hacer de una forma sostenible.

*José Ramón Freire López, director general de la Asociación Española del Bioetanol

• Este contenido forma parte de la edición de mayo de nuestra revista en papel (ER231), que puedes descargar gratis aquí

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