El análisis de T&E suma al informe Globiom, encargado por la CE a tres consultoras (Ecofys, IIASA y E4tech), las emisiones directas derivadas del arado de la tierra, la cosecha del cultivo y el uso de fertilizantes, entre otros, y las compara con los combustibles fósiles. Con esta operación todo el biodiésel procedente de cultivos (soja, palma, colza y girasol) supera las emisiones del diésel fósil, especialmente el de aceite de palma.
Tampoco se salva el bioetanol de cebada, y el de trigo se equipara casi a las emisiones de la gasolina. El resto del bioetanol (maíz, caña de azúcar y remolacha azucarera) y todos los avanzados no derivados de cultivos alimentarios emiten menos que los convencionales, especialmente los últimos asociados a plantaciones de ciclo corto.
Jos Dings, director general de T&E, afirma que “La cura es claramente peor que la enfermedad, y aunque el límite del 7% a los biocarburantes basados en alimentos ha ayudado se debe reducir a cero después de 2020”. Dings concluye que “si no ponemos fin a los incentivos a los malos biocarburantes, los mejores no van a tener una oportunidad".
El biodiésel de aceite de palma triplica las emisiones del diésel fósil
Desde T&E estiman que con el informe en la mano, las emisiones del transporte global de Europa aumentarán en casi un 4% por culpa de los biocarburantes, lo que equivale a poner alrededor de doce millones de automóviles más en las carreteras de Europa en 2020. Recuerdan que el análisis tiene en cuenta el límite fijado por la Comisión Europea del 7% de biocarburantes en el transporte producidos a partir de cultivos alimentarios.
Los peores números de emisiones los sacan la soja y, especialmente, el aceite de palma, origen del biocarburante más consumido en Europa, que supera en tres veces las emisiones del diésel fósil. T&E calcula que para 2020 más de tres cuartas partes de los biocaburantes consumidos en el continente tendrán al menos similares emisiones de gases de efecto invernadero que la gasolina y el diésel fósiles.