Los propietarios de plantaciones de palma a pequeña escala suponen el 41 por ciento del total, con una superficie de 4,6 millones de hectáreas, y los empleos directos asociados a todos los cultivos llegan a 5,5 millones de personas y los indirectos a doce millones. Estas cifras relacionadas con Indonesia se expusieron hace un año en una conferencia celebrada en Roma de título Eradicating poverty through agriculture and plantation industry to empower peace and humanity.
A esos datos y al título de la conferencia se refirió el ministro de Asuntos Marítimos de Indonesia, Luhut Binsar Pandjaitan, cuando destacó el “interés en proteger las plantaciones y la industria del aceite de palma para superar las tasas de pobreza de acuerdo con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas en 2030”.
Sin embargo, un reciente estudio científico publicado en la revista World Development concluye que no se debe ser tan categóricos al relacionar plantaciones de palma como el alivio o erradicación de la pobreza, ya que no en todos los casos se consigue ese objetivo.
“Evidencia limitada sobre la contribución de este cultivo al bienestar de las aldeas”
El trabajo, que ha contado con un equipo multidisciplinar asociado a universidades y centros de investigación principalmente de Australia, pero también de Suiza, Brunei y Reino Unido, concluye que, aunque los países productores de aceite de palma enarbolan de forma regular su impacto positivo en el alivio de la pobreza, “existe una evidencia limitada sobre la contribución de este cultivo al bienestar de las aldeas”.
El estudio examina la asociación entre el desarrollo de plantaciones de palma aceitera y el cambio en el bienestar objetivo y/o material entre 2000 y 2014 en aldeas de las isla de Borneo y de Indonesia. Otra conclusión derivada del mismo es que “los impactos sociales no son uniformemente positivos ni negativos, y varían sistemáticamente con las ubicaciones biofísicas y las condiciones socioeconómicas de referencia de las comunidades antes del desarrollo de la palma aceitera”.
Las plantaciones siguen afrontando muchos desafíos ambientales y sociales
Así, se encontró un mejor bienestar socioeconómico donde las aldeas ya contaban con una economía basada en el mercado, que se corresponden con áreas con poca cubierta forestal. Pero ocurrió lo opuesto en aldeas remotas que dependían de medios de subsistencia basados en una mayor cubierta forestal, así como en las plantaciones de palma más recientes.
“Nuestros hallazgos resaltan la necesidad urgente de una cuidadosa evaluación y planificación en el desarrollo de la agricultura de palma aceitera en áreas forestales remotas”, afirman los investigadores. Y también advierten que allí donde se han desarrollado a fondo las plantaciones, “los medios de vida insostenibles, el aumento de la desigualdad socioeconómica y los problemas ambientales siguen siendo los principales desafíos”.