Un 42% de las especies animales endémicas de los bosques naturales del sudeste de Asia se enfrentan a un alto riesgo de extinción por una pérdida de hábitat mayor de la pensada. Un estudio de la Universidad de Duke publicado en la revista Plos One cuantifica las pérdidas de la biodiversidad ocasionado por la destrucción del bosque por motivos industriales. Binbin Li, director del estudio, puntualiza que “más del 56% del caucho del mundo y el 39% del aceite de palma se producen en el sudeste de Asia, en gran parte en un terreno que anteriormente era bosque natural”. "Pocas especies pueden prosperar en estos desiertos verdes”, apostilla Li.
Es un estudio más con nuevas cifras que constatan el grave impacto que ocasionan las plantaciones de palma de aceite en masas boscosas naturales de países como Malasia e Indonesia. En Europa, uno de los principales mercados para ese aceite de palma, donde el 45% se destina a la producción de biocarburantes, como biodiésel e hidrobiodiésel, el Reino Unido anunciaba a mediados de agosto que ha dejado de elaborarlos con una materia prima tan cuestionada. En España, y según datos de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia, en 2015 el aceite de palma cubrió el 65% de la producción de biodiésel y casi el total de la de hidrobiodiésel.
Tala y quema de bosques
Con estos números asociados al abastecimiento de biocarburantes, varias ONG han incrementado sus denuncias. Es el caso de la campaña emprendida contra la multinacional Korindo por Mighty junto a la Federación Coreana de Movimientos Ambientalistas (KFEM), las organizaciones humanitarias indonesias SKP-KAMe Merauke y Pusaka, Rainforest Foundation Norway y Transport & Environment. En este caso también se critica el impacto sobre las comunidades indígenas, que no ven respetadas ni sus tierras ni sus derechos sobre ellas.
La denuncia contra la corporación coreano-indonesia se basa en una investigación con material fotográfico y videográfico que revela la deforestación masiva y la quema ilegal de bosque tropical por la corporación como paso previo al establecimiento de plantaciones de aceite de palma en las provincias indonesias de Papua y Maluku del Norte. Pero lo que más sorprende en Mighty es que “empresas que se comprometieron a políticas comerciales de deforestación cero siguen comprando aceite de palma a Korindo”.
Con la mirada puesta en la UE
Salva la Selva, otra ONG fuertemente crítica contra el efecto de los biocarburantes en la demanda del aceite de palma y la destrucción de las forestas, ha vuelto a la carga en estos días para parar esta demanda y recriminar a la UE su fuerte dependencia de esta materia prima.
La patronal europea de este sector, Fediol, se defendía hace meses diciendo que todo el biodiésel de aceite de palma consumido en la UE contaba con el certificado de sostenibilidad. Esta afirmación perdió peso poco después, cuando un informe del Tribunal de Cuentas Europeo concluía que ese sistema de certificación no es totalmente fiable.