El culebrón de Las Dehesas y La Paloma, el nombre de las dos plantas de biometanización del complejo de tratamiento de residuos de Valdemingómez, lo dejamos atascado en septiembre de 2014 en Energías Renovables con la supuesta adjudicación del contrato para explotar el biometano de la segunda. Decimos supuesta, porque días después el diario El Mundo informaba sobre el asombro del Ayuntamiento de Madrid por haber quedado desierto el contrato para el tratamiento y comercialización de la energía procedente de la basura orgánica de La Paloma. Desde entonces, mantiene la explotación y la inyección de biometano en la red de gas natural la UTE compuesta por Urbaser (ACS), Sufi (Sacyr) y Geocisa, que es quien lo venía haciendo hasta ese momento.
En abril de este año, en un encuentro internacional sobre biogás-biometano organizado por la Oficina Española de Cambio Climático y la Asociación Española del Gas (Sedigás), Miryam Sánchez, directora general del Parque Tecnológico de Valdemingómez, ofrecía unos números de las plantas que constataban su alejamiento de las previsiones iniciales. Por un lado, afirmó que durante 2014 se inyectaron unos seis millones de metros cúbicos de biometano en la red, cuando las previsiones iniciales hablaban de 19 millones anuales. Por otro, en 2014 el biometano inyectado fue equivalente a la energía necesaria para 190 autobuses de la EMT, cuando se preveía llegar a 405.
Mucha contaminación odorífera y poca eficiencia
Con estos números sobre la mesa llega ahora la demanda de Ecologistas en Acción y otros colectivos, entre los que se encuentra la Federación Regional de Asociaciones de Vecinos de Madrid (FRAVM). Reclaman a la Consejería de Medio Ambiente que “no autorice la ampliación del centro de tratamiento de residuos y biometanización de La Paloma, en el complejo de Valdemingómez, sin incluir las modificaciones y mejoras que eviten la contaminación odorífera actual e incremente su eficiencia”.
Ecologistas en Acción sostienen que la eficiencia de la planta es muy deficiente, también en la clasificación de residuos y elaboración de compost, y se suma al “problema del fétido olor que su actividad genera” y que “afecta significativamente a la salud y al desarrollo normal de las actividades de los residentes en la zona”. La organización ecologista cita un estudio olfatométrico encargado por la asociación de vecinos del PAU de Vallecas, que ha llegado a denunciar la situación ante la Fiscalía de Medio Ambiente.