Ecologistas en Acción ha desplegado una pancarta en el puerto de Barcelona, frente a las instalaciones de Bunge, clasificada como "la peor empresa en el ranking de la deforestación" en un estudio de Mighty Earth, con el lema "Stop ¿bio?combustibles, soja = deforestació". La empresa, que en marzo se alió con Repsol para impulsar el suministro de biocombustibles, está vinculada potencialmente a 224.181 hectáreas de deforestación, de las cuales una cuarta parte de la tala se produce en zonas protegidas. La petrolera no detalla qué materias primas va a destinar a través de esta alianza a la fabricación de biocombustibles, pero en su comunicado no especifica que descarte el uso de la soja, según añaden los ecologistas en un comunicado. El pasado mes de abril Ecologistas en Acción, junto con Greenpeace y CECU, interpusieron sendas denuncias a Repsol ante la Comisión Nacional de los Mercados y de la Competencia (CNMC) y ante la Dirección General de Consumo por "declaraciones ambientales engañosas" en materia de biocombustibles.
Estos son algunos de los argumentos que han motivado a la acción realizada en el puerto de Barcelona, donde también se ha señalado que, en apenas unos días, a partir del 1 de enero de 2025, los proveedores de carburantes no podrán recurrir a la palma y sus derivados para la fabricación de biocombustibles. Según los datos disponibles más recientes (2023), se produce el 36,46 % del biodiésel y el 73 % del HVO (aceite vegetal hidrotratado) de la palma y sus derivados. La normativa europea ya declaró la obligatoriedad de eliminar progresivamente los biocombustibles de palma para 2030 por su vínculo con la deforestación. También España aumentó su compromiso con este objetivo, acelerando su eliminación para 2025 en la Orden TED/728/2024, por la que se desarrolla el mecanismo de fomento de biocarburantes y otros combustibles renovables con fines de transporte.
En el borrador del Plan Nacional Integral de Energía y Clima (PNIEC) sí se contemplaba la eliminación de la soja junto a la palma. Sin embargo, finalmente la soja fue retirada de su versión definitiva publicada en septiembre de este año, a pesar de que el biodiésel de soja genera dos veces más emisiones que el diesel convencional, debido a la deforestación asociada. Ecologistas en Acción insiste: "se trata de un paso atrás en la protección de la biodiversidad para hacer frente al cambio climático. Si no se actúa cuanto antes para eliminar los biocombustibles de soja, el fin de los biocombustibles de palma en 2025 podría provocar el incremento de la producción y consumo de biodiésel de soja, entre otras materias primas, para cumplir con los objetivos de la Directiva de Energías Renovables".
Según la organización ecologista, el Gobierno no es el único que no ha aprovechado la oportunidad de eliminar los biocombustibles de soja; la Comisión Europea tampoco está cumpliendo su compromiso de frenar la deforestación asociada a la producción de este monocultivo. Pese a que el Parlamento Europeo, varios Estados miembros de la UE, organizaciones de la sociedad civil y la comunidad científica han manifestado claramente su oposición a los biocombustibles de soja, la UE continúa sin revisar el Acto Delegado 2019/807 que podría catalogarla junto a la palma como de alto riesgo ILUC (cambio indirecto de uso de la tierra, por sus siglas en inglés), revisión que debería haber publicado en septiembre de 2023.
Una situación preocupante
Ecologistas en Acción ha hecho hincapié en que la evidencia científica que relaciona la soja con la deforestación de ecosistemas clave como la Amazonía o el Cerrado en Brasil es amplia. Además, estos monocultivos están también vinculados al acaparamiento de tierras, los abusos de derechos humanos y la inseguridad alimentaria. El Reglamento Europeo sobre deforestación (EUDR) prohíbe expresamente la importación de soja de partidas que no hayan sido certificadas como libres de deforestación. Pero se trata de una protección limitada, ya que el texto incluye la mayoría de los derivados y productos de la soja, pero no los biocombustibles.
Asimismo, las instituciones europeas han retrasado la aplicación del EUDR un año, por lo que las empresas importadoras tendrán ahora hasta el 30 de diciembre de 2025 (en lugar de diciembre de 2024) para implementar los sistemas rigurosos de diligencia debida que aseguren la trazabilidad de sus cadenas de suministro en áreas forestales. Todo ello implica, según la organización ecologista, una mayor exposición de los biomas más diversos del planeta a la deforestación y las violaciones de los derechos humanos asociadas al cultivo de soja.
Una agroindustria en aumento
Solo en 2023, España importó 5.049.168 toneladas de soja, donde el 74 % procedían de Brasil, principalmente de los biomas amenazados de la selva amazónica y la sabana del Cerrado. La soja se destina principalmente a la producción de piensos para la ganadería industrial, un negocio con mucha incidencia en el Estado español, y también para otros productos como el biodiésel. Además, las exportaciones de soja brasileña a España aumentaron un 39 % de enero a septiembre de 2024 en comparación con el mismo periodo de 2023, y el 42 % de esta se cultivó en el Cerrado, un bioma cuya vulnerabilidad es tres veces superior a la de la Amazonia. Por otro lado, y según advierte Ecologistas en Acción, "la firma del tratado de libre comercio UE-Mercosur el pasado 6 de diciembre, podría también favorecer el riesgo de la expansión de los monocultivos de soja y la producción de biocombustibles asociados, y con ello los graves impactos socioambientales derivados". Riesgos analizados en un informe recientemente publicado por la organización.
Nacho Escartín, portavoz de Ecologistas en Acción: "a través del puerto de Barcelona entra el 44 % del total de habas de soja importadas por el Estado español, que son procesadas en las instalaciones de Cargill y Bunge. Las 1,5 millones de toneladas de habas de soja que entran anualmente en el puerto representan 500.000 hectáreas de tierra dedicada. Si la mitad llega de Brasil y la mayor parte se produce en tierras deforestadas de la región septentrional de El Cerrado, podemos decir que anualmente la entrada de soja por el puerto de Barcelona es el equivalente a unas 230.000 hectáreas de deforestación, un 14 % de todos los bosques de Catalunya (1,62 millones de hectáreas)