"El potencial es enorme. Solamente con las plantas de producción de energía suecas ya existentes podríamos producir combustibles renovables equivalentes al diez por ciento del combustible de aviación del mundo, si tal conversión se implementara por completo". Henrik Thunman, profesor de Tecnología Energética en la Universidad de Chalmers, comenta exultante las posibilidades que se abren con la investigación presentada junto a sus colegas.
Para llegar a los resultados obtenidos ha resultado trascendental el trabajo continuo durante diez años tanto en la central eléctrica de la propia universidad como en el desarrollo del proyecto GoBiGas, acrónimo en inglés de Gasificación de Biomasa de Gotemburgo. Por eso definen el resultado final como “un paso vital para una transición a gran escala de los combustibles fósiles a los biocombustibles avanzados".
Según la nota de prensa de la universidad sueca, “gracias a los esfuerzos estratégicos realizados durante largo tiempo, los investigadores han allanado el camino para aplicar cambios radicales, que podrían llevarse a cabo en nuevas instalaciones, así como también implementarse en miles de plantas existentes en todo el mundo”.
Reutilización de cenizas como catalizador
La solución permite la gasificación generalizada y a gran escala de biomasa para convertirla en un gas susceptible de ser refinado en productos finales como los que se fabrican a partir de petróleo y gas natural, incluido biometano dispuesto para ser incorporado a las redes gasistas y como combustible en el transporte. También se incluyen procesos de cogeneración de energía térmica y eléctrica.
Según se resume en las conclusiones del estudio publicado en la revista Energy Sciencen & Engineering “los principales hallazgos están relacionados con la reutilización de cenizas de biomasa como catalizador dentro del proceso y con la aplicación de intercambiadores de calor revestidos, de modo que las calderas de lecho fluidizado regulares pueden ser adaptadas para convertirse en gasificadores de biomasa”.
Su desarrollo dependerá de las condiciones económicas y de la disponibilidad de biomasa
Aparte de redes de calor y calderas comunitarias, los investigadores apuntan otras muchas instalaciones que podrían contener esta misma tecnología, como otras plantas de generación de energía, fábricas de papel y celulosa, aserraderos, refinerías de petróleo y plantas petroquímicas.
A pesar de todos estos avances, los investigadores piensan que su aplicación plenamente comercial “depende de las condiciones económicas de los próximos años, y de la predisposición de los sectores industrial y energético a la conversión”. Tampoco esconden que “la disponibilidad de biomasa es un factor crucial, porque es un recurso renovable, pero siempre que no agotemos las condiciones para su producción y renovación biológica”.
Por último, la colaboración de la Agencia Sueca de Energía ha resultado esencial, ya que ha financiado la investigación y la infraestructura energética en Chalmers durante varios años.