La construcción de esta nueva planta responde -informa Cepsa- al objetivo de la compañía de convertirse "en esta década" en un referente de la transición energética "y liderar la fabricación de biocombustibles en España y Portugal, con una producción anual de 2,5 millones de toneladas, de los que 800.000 toneladas serán de SAF" (sustainable aviation fuel, combustibles que deben reducir al menos un 65% las emisiones de gases de efecto invernadero con respecto a las producidas por un combustible convencional). En su plan estratégico, la compañía se ha marcado una hoja de ruta para recortar sus emisiones. En concreto, en 2030, Cepsa quiere reducir sus emisiones de CO2 (alcance 1 y 2) en un 55% y su índice de intensidad de carbono en un 15-20%, con el objetivo de conseguir emisiones netas cero en 2050.
El desarrollo y utilización de biocombustibles -explican desde la petrolera- contribuye a varios de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030: ODS 7 (Energía asequible y no contaminante), ODS 8 (Trabajo decente y crecimiento económico), ODS 12 (Producción y consumo responsables) y ODS 13 (Acción por el clima).
Cepsa ha presentado en 2022 su nuevo plan estratégico para 2030, Positive Motion, en el que anuncia su ambición de ser "líder en movilidad sostenible, biocombustibles e hidrógeno verde en España y Portugal".
Los dos principales accionistas de Cepsa son Mubadala Investment Company (compañía estatal de Abu Dabi) y The Carlyle Group, que le compró a Mubadala en 2017 un 37% de la compañía.