Clariant es una multinacional química que forma parte de las siete empresas que a principios de año presentaron Leaders of Sustainable Biofuels, lobby industrial cuyo objetivo primordial es relanzar la investigación, producción y comercialización de biocarburantes de segunda generación. En esa línea va la presentación hace unos días de Sunliquid por parte de dicha empresa. Se trata de una tecnología centrada en la producción eficiente de etanol a partir de diferentes residuos agrícolas. “Hasta la fecha hemos utilizado principalmente paja de trigo en una planta piloto en Alemania con unos resultados que superan incluso las expectativas de los promotores en algunos aspectos”, resaltan desde Clariant en una nota de prensa.
Hariolf Kottmann, director general de Clariant, afirma que “hemos demostrado que el proceso es flexible para diferentes materias primas y, por lo tanto, se puede utilizar en los principales mercados de América del Norte y del Sur y de Asia”. Recuerdan que el alto grado de eficiencia del proceso, con indepedencia de la materia prima utilizada (han investigado también con rastrojo de maíz en Estados Unidos y bagazo de caña de azúcar en Brasil), se consigue en gran medida mediante el uso de “enzimas específicas altamente optimizadas”.
El etanol de segunda generación reduce un 95 % las emisiones GEI
Además de la comercialización del proceso Sunliquid, en Clariant quieren construir una planta de producción comercial con una capacidad de tratamiento de entre 50.000 y 150.000 toneladas anuales. Ahora procesan mil toneladas en una planta de demostración ubicada en Alemania. Por último, recuerdan que “el uso de estos residuos conlleva que no haya competencia con la producción de alimentos o con cultivos en tierras agrícolas”. Añaden que el etanol celulósico producido mediante el proceso Sunliquid reduce las emisiones de gases de efecto invernadero en un 95 % en comparación con los combustibles fósiles.
Casi finalizada, y con previsión de que comience a funcionar a finales de este año, se encuentra la planta de Hugoton (Kansas, Estados Unidos) de Abengoa. “Ya estamos en 300 litros de etanol por cada tonelada de paja de maíz y antes de tres o cuatro años seremos competitivos en segunda generación tanto de lignocelulosa como de residuos sólidos urbanos con un barril de petróleo a cien dólares”, resumía la pasada semana José Domínguez Abascal, secretario general técnico de la compañía, en una reunión con periodistas. Once patentes solicitadas en tecnologías de hidrólisis enzimática (a escala piloto se trabaja también en Balbilafuente, Salamanca) y otras dos en bioproductos procedentes de biorrefinerías (tienen 41 solicitidues en total en el apartado de bioenergía) marcan la apuesta de Abengoa en I+D+i en este terreno.
Biocombustible a partir de fracción orgánica de RSU con misma tecnología del etanol 2G
Hasta ahora, el desarrollo de enzimas para la producción de etanol lignocelulósico a partir de residuos agrícolas ha permitido a Abengoa pasar de un coste de fabricación de 3,29 dólares (2,5 euros) por galón (3,8 litros) en 2009 a 0,50 céntimos de dólar, y con previsión de llegar a los 0,30 céntimos de dólar en 2014, con lo que se dividiría por diez el coste y adelantaría su rentabilidad comercial. En la multinacional sevillana quieren adaptar esta tecnología a la biomasa procedente de la materia orgánica de los residuos sólidos urbanos (RSU), con un proceso denominado Waste to biofuel (W2B).
Según Domínguez Abascal, con la tecnología W2B “se puede generar suficiente biocombustibles como para ahorrar la tercera parte de la factura de la importación de combustibles fósiles”. En los ensayos realizados, que culminarán este mes de junio con la instalación de una planta piloto en Balbilafuente, se ha procesado materia orgánica de RSU de Guadalajara y Sevilla, que se ha sometido a un pretratamiento de lavado (para quitar tinta de papeles, entre otras impurezas) con el que se consigue una pasta muy parecida a la del proceso de obtención de etanol con paja de trigo y maíz, “ideal para que la digieran las enzimas que lograrán la fermentación y la producción de azúcares”, señalan en Abengoa.