El Servicio de Información Comunitaria sobre Investigación y Desarrollo de la Comisión Europea (Cordis) recogía hace unos días varias informaciones de medios de comunicación británicos que se hacían eco de la aplicación efectiva del invento de Brian Harper: plantas de biogás modulares que aprovechan los excrementos de perros para iluminar farolas.
Todo surgió al comprobar Harper que tanto las cacas de los animales, como las bolsas en las que algunos dueños las recogían, quedaban por el suelo y afeaban el Malvern Hills Area of Outstanding Natural Beauty. Esta zona del interior de Inglaterra es famosa por sus colinas y por el agua de manantial que fluye desde ellas.
Diez excrementos de perro para generar dos horas de luz
Según el vídeo que subió la BBC en su información, cada excremento se recoge con una bolsa de papel que posteriormente se deposita en un recipiente. Luego se da varias veces a una manivela para iniciar la descomposición de los excrementos en un digestor anaerobio que produce biogás para iluminar las farolas cercanas.
Tras dos años de pruebas, el pasado noviembre se instaló de forma efectiva en Malvern Hills, y se calcula que para generar dos horas de luz hay que introducir diez bolsas de excrementos. Como con el biogás industrial, el digestato o subproducto resultante se puede utilizar como fertilizante.
Waterloo y Cambridge
Como también apunta Cordis, no es la primera vez que se idean y ponen en práctica inventos para aprovechar estos residuos caninos. Este mismo año algunos parques de Waterloo, en Canadá, han instalado depósitos especiales donde se echan las cacas, que mediante un sistema de succión acaban en centrales de biogás de la ciudad.
Sin embargo, lo más parecido a lo ideado por Brian Harper es el que hace ya diez años se puso en funcionamiento en Cambridge (Estados Unidos) con el nombre de Park Spark. En este caso Matthew Mazzotta pensó también en un sistema in situ de producción y aprovechamiento del biogás procedente de los excrementos.