Aparentemente, los residuos del procesamiento de la uva y el vino tienen más probabilidad de acabar en procesos de fabricación de bioetanol. De hecho, en 2015 la Universidad de Adelaida (Australia) demostró esta vía a partir de hollejos, tallos de racimos y pepitas de uva. Además, una de las plantas de bioetanol industrial de España se abastece de alcohol de vino y residuos vitivinícolas.
Ahora, las universidades Politécnica de Madrid (UPM) y de Castilla-La Mancha (UCLM) demuestran que con el aceite de esas pepitas también se puede producir biodiésel. La segunda tiene recorrido en este campo, ya que en 2010 la revista científica Bioresource Technology publicó el resultado de otro estudio de investigadores del Departamento de Ingeniería Química en el que se analizaron diferentes métodos de extracción, refinación y transesterificación del aceite de semilla de uva para producir biodiésel.
Dos investigadores del Grupo de Combustibles y Motores de la UCLM, más los pertenecientes al Departamento de Energía y Combustibles de la UPM, proponen un nuevo método para elaborar biodiésel a partir de los residuos de la industria del vino a través de un artículo publicado en otra revista científica: Renewable Energy.
Pepitas de uva para el aceite y bioetanol de vino para el reactivo
Una de sus primeras conclusiones es que “la producción del biocombustible de aceite de pepita de uva y bioetanol, ambas materias obtenidas durante el proceso de producción del vino, podría alcanzar alrededor de 20.000 toneladas, cerca del dos por ciento del biocombustible consumido actualmente en España”. Además, añaden los investigadores, “las propiedades de este nuevo biocombustible son muy satisfactorias”.
Según la nota de prensa de la UPM, “los residuos de la industria del vino constituyen una materia prima interesante para el biodiésel en países con una importante producción vinícola” Recuerdan que España es el tercer productor de vino del mundo y que “tras el prensado de la uva para producir vinos y mostos, el residuo se trata para obtener orujo, hollejo, raspón y pepitas de uva”.
La opción del biodiésel deriva de que las pepitas contienen alrededor de un siete de aceite, “que puede ser extraído por prensado o con disolventes (como demostraron en el estudio de 2010) y convertirse en biocombustible mediante la reacción (transesterificación) con bioetanol obtenido a partir de la producción de vino”.
Propiedades óptimas
Las propiedades de este nuevo biocombustible estarían dentro de los límites establecidos por las normas europeas y americanas, entre las que destacan: “densidad y poder calorífico (cantidad de energía en un determinado volumen o depósito de un vehículo); número de cetano (parámetro clave sobre la calidad de la combustión); viscosidad y lubricidad (que afectan a la atomización del combustible y al correcto funcionamiento del sistema de inyección); y estabilidad a la oxidación”.
La nota de prensa concluye con que el grupo de investigadores de la UPM y de la UCLM está inmerso a su vez en un estudio de biocombustibles autóctonos en colaboración con varias empresas a través del proyecto Nuevos componentes de origen renovable y autóctono para combustibles de automoción.