Este verano (casi con toda seguridad en julio), la CE tomará una decisión sobre la inclusión o no del ILUC en el cómputo de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) de los biocarburantes. Se trata de un dato importante porque servirá para cuantificar la reducción de dichas emisiones con respecto a la de los combustibles fósiles, y cumplir así con los criterios de sostenibilidad que exige la CE. Desde la European Renowable Ethanol (ePURE) y los agricultores y cooperativas reunidas en torno a la asociación europea Copa-Cogeca lo tienen claro: nada de incluir el ILUC, y así lo han hecho saber tras una reunión conjunta de ambos colectivos.
Copa-Cogeca y ePURE reclaman a la Comisión que dé “marcha atrás en la consideración de introducir medidas punitivas injustificadas al sector del etanol europeo y de la agricultura”, en referencia a la incorporación del ILUC. Avisan además que la medida haría un grave daño a la industria de los biocarburantes en Europa. Rob Vierhout, secretario general de ePure, considera que "la industria del etanol tiene la impresión de que se le va a castigar por algo de lo que no es responsable, como la deforestación. En cambio, debería ser recompensada por la recuperación de tierras improductivas en Europa que vuelven a ser productivas y por proporcionar co-productos para el sector de la alimentación”.
Los biocarburantes también ayudan a combatir la deforestación
Sobre este último punto, el de la aportación de los biocarburantes a la agricultura y alimentación europea, incide Pekka Pesonen, secretario general de Copa-Cogeca, quien señala que “solo una parte de las semillas oleaginosas, de los cereales y de las remolachas azucareras se convierte actualmente en energía, pues la mayoría se deriva al sector de los piensos y otros subproductos ricos en proteínas procedentes de la producción de biocarburante”. Para Pesonen, el aumento de la producción de bioteanol y biodiésel en Europa “contribuye a reducir la gran dependencia de la UE de las importaciones de piensos y alivia la presión sobre la tierra en los países no europeos, con lo que también ayuda a combatir la desforestación de los bosques tropicales e incluso a reducir el precio de los piensos, que golpea gravemente a los ganaderos europeos en la actualidad”.
Pero el meollo principal reside en la cuantificación de las emisiones achacables al ILUC. Desde ePURE insisten en que no existe un modelo científico que hasta ahora pueda considerarse fiable, entre otras cosas porque, afirman, “hay variaciones significativas que van desde los 104 gramos de CO2/MJ a 0 gramos”. Gramos de dióxido de carbono por megajulio es la medida estándar adoptada para cuantificar las emisiones. Los datos están sacados de las decenas de informes que maneja la CE. Uno de ellos pertenece al International Food Policy Research Institute (IFPRI) de Estados Unidos, organismo de investigación dedicado a establecer pautas para asegurar una adecuada alimentación de la población. Uno de los investigadores del IFPRI, David Laborde, declaró recientemente al portal Europeanvoice.com que “la distinción entre uso directo o uso indirecto de la tierra es artificial, ya que todos los tipos de biocarburantes tienen efectos sobre el suelo”.
Laborde afirma que hay biocarburantes cuyos efectos son más dramáticos que otros. El estudio realizado por este instituto de Washington DC deja en muy mal lugar sobre todo al biodiésel procedente de la soja y la colza, ya que considera que las emisiones de GEI relacionadas con el cambio de uso de la tierra estarían en torno a los 59 g CO2/MJ, muy por encima de las achacables al bioetanol producido a partir de la caña de azúcar, que rondaría los 17g CO2/MJ.
Más información:
www.epure.org
www.copa-cogeca.be
www.europeanvoice.com