No es la primera vez que Angela Merkel sale a defender públicamente los biocarburantes. Lo hizo en 2008, durante la primera crisis alimentaria, en la que ya se les culpó de ser parte del problema. Por aquel entonces ella culpó a las políticas agrícolas inadecuadas en los países en vías de desarrollo y a las malas previsiones antes los cambios en los hábitos alimenticios en estos mismos países. El último número del Boletín de información internacional agroalimentaria, pesquera y medioambiental, que publica el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente (Magrama), contiene igualmente una rotunda respuesta de la canciller a la propuesta de la CE de modificación de directiva que limitaría al 5% la aportación de los biocarburantes procedentes de cultivos en 2020.
“A pesar de la mala cosecha en Estados Unidos, debemos mantener la calma en lugar de empezar precipitadamente a modificar nuestros objetivos de cultivo para las energías renovables”, afirma Merkel, quien añade que el fomento de la bioenergía consiste, en gran parte, en garantizar “la fiabilidad, la previsibilidad y la seguridad de cálculo”. Por todo ello, se opone a la propuesta de CE y avisa de que el Gobierno Federal de Alemania no cambiará el rumbo de la política sobre la bioenergía seguido hasta ahora. Por otro lado, también reconoce que, en caso de surgir cualquier tipo de incompatibilidad entre la producción de energía y la de alimentos, siempre tendría prioridad la alimentación.
Alemania es la primera en biodiésel y biogás y la segunda en bioetanol
La información del boletín del Magrama subraya esa intención de Angela Merkel de que en la discusión en torno a la bioenergía se consideren, aparte de los beneficios que aporta, también los límites que se le imponen, para, en momentos puntuales, reaccionar interviniendo de forma regulatoria. Por último, recuerda que “tanto el cultivo como el aprovechamiento de las plantas energéticas contribuyen a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero”. Esta postura de la canciller aparece como una clara apuesta por la industria alemana, que es la primera de Europa en producción de biodiésel y biogás (procedente principalmente de cultivos de maíz) y la segunda en bioetanol, y está en sintonía con la postura que dio a conocer recientemente la European Biogas Association.
Las declaraciones de Angela Merkel están insertas en un discurso de defensa a ultranza del libre mercado en la agricultura y la ganadería, en el que destaca que la PAC no puede proteger a los agricultores de todas las crisis que puedan surgir, por lo que, en este contexto, se expresa en contra de volver a “una política que continuamente intervenga en los mercados”. En esta línea, sostiene que no se trata de que la UE regule los precios, sino que apoye y ayude a los agricultores a adaptarse a las oscilaciones de los mismos. “La política de mercado debe limitarse a ser una red de seguridad”, afirma, y no admite que la política agraria se convierta en una política social o de mercado de trabajo para las zonas rurales.