A principios de 2014, Energías Renovables daba a conocer las iniciativas agraciadas dentro de la segunda convocatoria de los Proyectos Clima del Consejo Rector del Fondo de Carbono (FES-CO2). Entre ellas estaba la de “reducción de las emisiones de CO2 con la sustitución de una caldera de propano por una caldera de biomasa de La Fageda, S.C.C.L (Cataluña)”. Esta sociedad cooperativa asentada en Olot, en pleno Parque Natural de la Zona Volcánica de La Garrotxa, daba así un paso más en la sostenibilidad de una producción centrada principalmente en los yogures y basada en la economía social.
Hace unos días L Solé, empresa encargada del diseño, fabricación e instalación de la caldera en 2013, la expuso como uno de los modelos de gestión eficaz de la energía en el sector agroalimentario en unas jornadas sobre este tema celebradas en la Cámara de Comercio de Valladolid. Según L Solé, “se mejora así la huella ambiental, y obtiene estabilidad en costes de energía al sustituir a un combustible fósil, de un reconocido centro de integración laboral creado para emplear personas con certificado de discapacidad mental o intelectual”. Esta labor, emprendida en 1982, hace que La Fageda encabece el ranking de empresas del sector de alimentación más responsables en el Monitor Empresarial de Reputación Corporativa (Merco).
Biomasa forestal de proximidad
La caldera de LSolé, de 1 MW y una inversión de 250.000 euros realizada por La Fageda, aporta la energía térmica (1.200 kg/h de vapor a 9 bar de presión) al proceso de pasteurización de la leche. Esta procede de las vacas de la granja situada en la misma empresa y con ella se elaboran productos lácteos, especialmente yogures que se distribuyen íntegramente en Cataluña. La caldera emplea biomasa forestal procedente del cuidado y aprovechamiento de los bosques de la comarca de La Garrotxa, “con la consiguiente dinamización en la zona”, apostillan desde L Solé.
Durante la jornada de Valladolid, la empresa catalana expuso que “la biomasa como fuente energética renovable puede aportar a la agroindustria estabilidad en los precios (en torno a los 17 €/MWhPCI), además de la posibilidad de valorizar subproductos que son considerados residuales: poda de la vid, bagazo de uva, cáscaras de almendra, restos de maíz, subproducto procedente de la elaboración de zumos, etcétera”. Recordó igualmente que “puede contribuir a la dinamización del sector de la gestión forestal de proximidad en un radio de hasta 100 km”.