Cumbre Mundial de Biomasa en Sevilla

La coincidencia de la novena edición de la conferencia europea y la sexta edición de la conferencia americana, junto al buen hacer del Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas (Ciemat), el ETA italiano y el WIP alemán, han permitido la celebración de esta cumbre que, sin duda, propinará un importante empujón a la biomasa. En la apertura de la Conferencia el director del Ciemat, Félix Ynduráin, subrayó la necesidad de encontrar vías que faciliten la penetración de la biomasa y el resto de las renovables en el mercado.

En los países en vías de desarrollo donde se sigue utilizando leña para calentarse y para cocinar, la biomasa representa el 60% de la energía consumida, cifra que para todo el mundo desciende hasta el 15%. Al margen de este aprovechamiento elemental de la biomasa que afecta de manera muy negativa a la cubierta vegetal de muchos países pobres, los expertos reunidos en Sevilla han mostrado los últimos avances tecnológicos que permiten aprovechar el poder calorífico de la combustión de residuos de actividades agrarias, forestales y ganaderas. Purines de cerdos, orujo de aceituna, alpechín, huesos de melocotón, cáscaras de arroz, cardos o girasoles pueden ir haciendo que disminuya nuestra dependencia del petróleo, el carbón o el gas.

Los organizadores aseguraron que, con la tecnología actual, la biomasa puede generar diez veces la energía que se consume en todo el mundo en un año, pero faltan los mecanismos que permitan recogerla, transportarla y quemarla de manera que sea rentable para los agentes que participan en todo el proceso. En España, la biomasa aporta la mitad de la energía primaria procedente de fuentes renovables y es, junto a la hidráulica, la de mayor importancia cuantitativa. Aun así, se sabe que los recursos técnicamente aprovechables permitirían multiplicar por cinco esta aportación a corto plazo. En cambio, su contribución a la producción eléctrica es mucho menor ya que la potencia instalada en biomasa –190 MW– representa sólo un 1% de las renovables, con 1.139 gigawatios hora. Pero los proyectos en curso dispararán ese porcentaje en los próximos años; de hecho, el Plan de Fomento de las Energías Renovables prevé que se multiplique por diez en la próxima década.

Implicaciones múltiples
Ya sea aprovechando los restos de labores forestales como la poda o dedicando cultivos a usos exclusivamente energéticos, el desarrollo de la biomasa implica un compromiso fuerte que afecta a diferentes colectivos, muy especialmente al agrícola y ganadero. Al fin y al cabo se está hablando de cultivos –herbáceos o leñosos– y de residuos de animales como los purines de cerdos, tareas en las que trabaja la población rural. De todo ello se deduce que el despegue de esta fuente renovable sólo será posible con medidas que impliquen cambios en la política agraria que se desarrolla en los despachos de la Unión Europea. Los cultivos energéticos herbáceos como el cardo (Cynara cardúnculus) constituyen una alternativa a los cereales extensivos y no requieren de cambios significativos en las prácticas agrícolas habituales de los agricultores españoles. Pero va siendo hora de que se superen los proyectos de demostración y se realicen inversiones significativas. En los últimos años éstas han sido del orden de 2.000 millones de ptas anuales, que permiten la actividad de unas 64 empresas.

En cuanto a los biocarburantes, constituyen una alternativa a los combustibles tradicionales en el área del transporte, pudiendo utilizarse en vehículos de gasolina (bioetanol) o gasoil (biodiesel). Existen empresas preparadas para iniciar una producción en masa a partir de plantas como el tojo, pero mientras no exista una regulación fiscal que determine los impuestos con los que ha de gravarse la comercialización de estos combustibles, no hay posibilidad de arrancar.

Cardos, olivos y vides
Las primas que se ofrecen por el kilowatio hora de energía renovable han disparado los proyectos en los últimos tiempos. Sin embargo hay algunas iniciativas para aprovechar la biomasa que tienen solera, como la de la Cooperativa Oleícola El Tejar, en Palencia (Córdoba), que funciona desde 1995; esta cooperativa quema alperujo, procedente del machacado de las aceitunas que se emplean para elaborar aceite.

De ese modo, el alperujo ha pasado de ser un residuo tóxico a convertirse en una fuente de energía. La planta de El Tejar tiene 12,7 MW de potencia, suficiente para abastecer el consumo de 20.000 habitantes. La cooperativa ha puesto en marcha una segunda planta de 5,7 MW en la misma localidad y ha iniciado la construcción de otras dos de 25 MW en Baena y Pedro Abad, y una quinta de 5 MW en Algodonales (Cádiz). El pasado mes de marzo, Agroenergética de Baena firmó con Standarkessel un acuerdo que permitirá la construcción de la planta de Baena. La financiación, en la que han colaborado la Junta de Andalucía y el Ayuntamiento de Baena (Córdoba), corre a cargo del Banco Santander Central Hispano (BSCH).Sólo en Andalucía hay una docena de proyectos en construcción que suman una potencia de 124 MW y los expertos han calculado que con los restos de la poda de los olivos y los subproductos de la molturación de la aceituna se podría generar tanta electricidad en plantas de biomasa como la de una central nuclear de mediana potencia.

Un planteamiento similar ha surgido en Castilla- La Mancha con los sarmientos que se originan al podar las viñas. La empresa Fomento de Energías Renovables ha proyectado una planta de 40 MW en Socuéllamos (Ciudad Real) que producirá electricidad para 92.000 viviendas. Está prevista una inversión de 8.000 millones y la implicación de toda la comarca ya que es preciso recoger los sarmientos de todos los viñedos en un radio de 35 km alrededor de Socuéllamos, lo que supone unas 270.000 toneladas anuales. El kilo de sarmiento puesto en fábrica costará cuatro pesetas.

También los cardos han ganado en interés desde que se conoce su idoneidad como combustible para plantas de biomasa. Dos proyectos gemelos promovidos por Sinae y Sufi serán pronto una realidad en Villalbilla (Burgos) y Alcalá de Guerra (Huesca). Las dos empresas han aprovechado la Cumbre de Sevilla para constituir la sociedad Eneroliva S.A., con sede en la ciudad hispalense. El accionariado de esta nueva sociedad lo constituyen SINAE Energía y Medio Ambiente S.A. (64%) y la empresa de ingenieros constructores, consultores y de servicios, SUFI S.A. (36%). Posteriormente, la Sociedad para el Desarrollo de Andalucía, SODEAN S.A. y Servicios Integrales en Medio Ambiente, EGMASA S.A. tomarán cada una un 10% del capital.

Los agricultores que siembren cardos ganarán por partida doble: por un lado las subvenciones de la Política Agraria Comunitaria (PAC) y por otro las 4.500 pesetas que las plantas eléctricas pagarán por cada tonelada de cardos. Cada una de las plantas consumirá 105.000 toneladas anuales –de cardos y paja de cereal–, con lo que generará 91,2 GW de electricidad, que equivale al consumo energético de 30.000 personas. Las elección de la variedad de cardo más apropiada a las condiciones ambientales de España y la resolución de problemas posteriores –las siembras de prueba dieron un cardo tan dulce que lo devoraban los ratones– han corrido a cargo de Jesús Fernández, catedrático de Producción Vegetal de la Escuela de Ingenieros Agrónomos de Madrid, considerado una eminencia en la materia. Fernández ha calculado que un millón de hectáreas podrían dedicarse en nuestro país a cultivos energéticos.