“Para sustituir la mayor parte de su combustible de cocina por biogás debe tener, por ejemplo, 15 kg de estiércol de vaca (lo generan dos vacas en una noche) y la misma cantidad de agua residual (de cocina, lavado o limpieza). En condiciones meteorológicas soleadas su instalación (B)plant producirá alrededor de una mochila (B)pack completa de biogás que le servirá para cocinar 3 o 4 horas”. Así se presenta la tecnología de (B)energy, puntualizando que “no es necesario una granja, incluso con el estiércol de una cabra o un inodoro y algunos residuos de cocina se puede producir suficiente biogás para reducir sus gastos de energía, incluso en la ciudad”.
La intención de Katrin Puezts es que comunidades desfavorecidas de países de África y Latinoamérica accedan a una energía limpia, segura, sostenible y barata, descentralizada de los grandes distribuidores. (B)energy distribuye todos los equipos necesarios para la producción y uso del biogás: (B)plant, un módulo transportable de para generar el biogás; (B)pack, una mochila de gas que admite 1,2 metros cúbicos de gas; y (B)flame, el hornillo donde conectar directamente la mochila para su combustión. Hay que anotar también que en el proceso se genera como subproducto un fertilizante orgánico que resulta muy útil por su carencia y coste en estos países.
Obstáculos a salvar
María López, del Instituto Empresa y habitual colaborada del portal Planeta Futuro de elpais.es, apuntaba en un artículo reciente donde desvelaba las claves de la iniciativa algunos de los inconvenientes de la misma. Cita como obstáculos “la necesidad de agua para la producción del combustible, (…) mucha cantidad para la época seca de gran parte de países africanos; el precio actual de 200 euros por el procesador más 43 por la bolsa, todavía muy alto para los mercados que está pensado, aunque se financien con microcréditos; y el gran volumen de la mochila de gas, más apto para zonas rurales con abundante espacio en el exterior, ya que no cabría en los ínfimos habitáculos en los que viven las personas de bajos recursos en las zonas urbanas”.
Para salvar algunos de estos obstáculos, López espera que “con la expansión del sistema, una vez alcanzadas economías de escala, estos precios se puedan ir reduciendo. Katrin ya está montando un fondo en Alemania para poder financiar a los franquiciados, que son los que mayor volumen de fondos requieren”. Por otro lado, desde uno de los países donde más avanzado está su desarrollo, Etiopia, Dereje Yilma, experto en biogás que trabaja para el Gobierno, pronostica que “la producción y distribución de biogás potenciará la implementación de nuestro programa nacional mejorando sustancialmente las fuentes de energía alternativa para el país. Un reto importante para nosotros, para no depender de fuentes externas".
Yilma, como otros expertos en biogás especialmente de países africanos, intentan lograr el desarrollo de recursos energéticos más sostenibles y seguros para sus poblaciones. A comienzos de este año, Energías Renovables se hizo eco también de un proyecto desarrollado por el Kenya Industrial Research and Development Institute para producir biogás a partir de la sangre y otros residuos procedentes de mataderos gestionados por pastores masai. El sistema también permite almacenar el biogás, en este caso en bombonas e incluso neumáticos, para facilitar su distribución y uso.