Nadie quiere perder comba. El pasado miércoles 21 de mayo, durante el Transport Forum Summit celebrado en Leipzig (Alemania), la Global Renewable Fuels Alliance (GRFA) dio a conocer un informe elaborado por (S&T)2 Consultants en el que incide en la progresiva reducción de emisiones de GEI derivados del consumo de etanol: “La producción y consumo mundial en 2014 reducirá las emisiones globales en más de 291.000 toneladas por día (106 millones anuales); comparado con 2013, esto representa un aumento de más de 7.000 toneladas por día”.
La decisión del Consejo de la Unión Europea es una de las que se tendrán en cuenta para establecer los límites a los biocarburantes de cultivos y la entrada o no del cambio indirecto del uso del suelo (ILUC en sus siglas en inglés) en el cómputo de emisiones GEI del biodiésel y el bioetanol. Por lo tanto, defensores y detractores mueven los hilos para que los representantes europeos alcancen un compromiso que se acerque los máximo posible a sus posturas. Grecia, que ostenta la actual presidencia del Consejo, se presentó la pasada semana con una propuesta del 7% de biocarburantes convencionales para 2020 (dentro del 10% de renovables en el transporte), 0,5% para los avanzados e ILUC no vinculante.
La relación de España con los “países sucios”
Los objetivos suben los porcentajes para los primeros biocarburantes planteados por la Comisión Europea (5%) y el Parlamento Europeo (6,5%), órganos por los que tendrán que volver a pasar las propuestas. Coalición Clima, que agrupa a las principales ONG ecologistas de España, además de sindicatos, asociaciones de consumidores y organizaciones de ayuda al desarrollo, afirmaba el viernes que “el Gobierno español parece tener intención de alinearse con el bloque de países que obstaculizan de forma sistemática las políticas comunitarias más ambiciosas en materia de cambio climático, los ‘países sucios’, entre los que destacan Polonia o Hungría”.
La información de Coalición Clima hace referencia a la decisión de España de oponerse a la propuesta de la presidencia griega, tomada en una votación que se celebró el mismo viernes dentro del Comité de Representantes Permanentes (Coreper) del Consejo. Se espera que la decisión final llegue este miércoles 28 de mayo en dicho foro, ya que en el tablero se siguen jugando muchas bazas, según sea el país europeo productor de biocarburantes de cultivos (España y Francia) o con previsión de serlo de avanzados (Italia). La mayoría de Estados, incluidos otros con peso en el sector, como Holanda, Reino Unido y Alemania, apoyan la propuesta griega.
La industria española pide un 8,5%
Según fuentes cercanas a las negociaciones, España habría pedido un 8% de biocarburantes convencionales y no establecer ningún objetivo obligatorio de avanzados. En parte coincide con la postura de la industria española. Manuel Bustos, director de la sección de Biocarburantes de la Asociación de Productores de Energías Renovables (APPA), defiende que “habría que mantener el 8,5%, que es el porcentaje de consumo que consiguió España en 2012 e incluir como materia prima en cualquier compromiso que se alcance sobre los avanzados a los aceites vegetales usados y las grasas animales”. Sobre esta última cuestión, otro organismo que ejerce una presión importante (Leaders of Sustainable Biofuels) y que representa a la industria de los biocarburantes avanzados no quiere que incluyan como tales dichas materias.
Bicoarburantes convencionales: ¿héroes o villanos?
Para Coalición Clima, la propuesta griega es “muy tímida e insuficiente, pero ni siquiera así los países menos comprometidos con la acción climática, como España, parecen dispuestos a aceptarla”. “La orientación de las políticas energética y climática españolas –prosiguen– se explica desde el escaso impulso que el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente ha dado a la agenda climática y ambiental, frente a una agenda con consecuencias nefastas para la lucha contra el cambio climático por parte del Ministerio de Industria. Energía y Turismo”.
Las ONG españolas inciden en las repercusiones ambientales, sociales y económicas negativas que tiene el actual apoyo a los biocarburantes, mientras desde la GRFA destacan los efectos positivos. Bliss Baker, su portavoz, afirmaba en Leipzig que “el consumo de etanol es el mayor contribuyente a la reducción de GEI en el transporte y los biocarburantes en general la única alternativa rentable y disponible comercialmente al petróleo en este sector”.