La finalidad es producir fertilizantes de alto valor añadido. Así lo expresan en una nota de prensa desde Neiker Tecnalia, y añaden que así se “aprovechará de una forma eficaz el material orgánico resultante de las plantas de biogás”. La planta se ubicará en los terrenos agrícolas de este centro tecnológico en Arkaute (Álava). La empresa Ekonek será la encargada de construir la planta piloto junto a Neiker Tecnalia. En la iniciativa participan otros dos socios. La firma holandesa Colsen aportará el material procedente de plantas de biogás de Holanda y Blue Agro, también junto a Neiker, diseñarán la formulación final e idónea del fertilizante.
En Neiker Tecnalia se proponen transformar el digestato procedente de las plantas de biogás en un “fertilizante orgánico de gran calidad y hasta diez veces más productivo que los convencionales”, que podrá ser utilizado en césped deportivo, cultivos ornamentales y cultivos agrícolas especialmente delicados. Desde el mismo instituto explican que las ventajas del fertilizante se basan en que “se trata de un producto ecológico, en forma de microgránulos, que requiere dosis más bajas que los fertilizantes tradicionales y libera sus nutrientes de una manera lenta, lo que implica un menor impacto en el medio ambiente”.
Un fertilizante que permite usar dosis “mucho más bajas”
El procedimiento para obtener el biofertilizante consiste, según detallan desde Neiker Tecnalia, en someter al digestato a un proceso denominado hidrólisis química seguida de otro de granulación de alta eficiencia. “Se trata de añadir al digestato –prosiguen–, que presenta una forma líquida o semilíquida, una serie de reactivos que provocan que se disuelvan sus fibras para posteriormente convertirlo en microgránulos”. “Obtener un producto en forma de pequeños granos supone importantes ventajas para su transporte, almacenamiento y utilización práctica”, concluyen. Se calcula que la instalación podrá tratar anualmente unas 28.000 toneladas de digestato, que darán lugar a unas 9.200 toneladas de abono.
Gracias a todo este proceso, argumentan que “se requerirán dosis mucho más bajas que los fertilizantes orgánicos tradicionales, debido a que su formulación final será determinada de forma personalizada en función del cultivo y del suelo destinatario, y los elementos fertilizantes se liberarán de forma progresiva, permitiendo una mayor efectividad, lo que supondrá un mejor aprovechamiento y un menor coste económico, ya que permitirá fertilizar una misma extensión de terreno con una cantidad de producto menor que la utilizada con los habituales”. El presupuesto del proyecto asciende a 1,5 millones de euros, que serán aportados por la Unión Europea en el marco de un proyecto CIP-Ecoinnovation.
En España ya hay líneas de investigación y producción que trabajan en la obtención de fertilizantes más limpios y eficientes a partir del digestato de plantas de biogás. El Grupo Granja San Ramón genera biogás a partir de los residuos que producen sus vacas en las instalaciones de Requena (Valencia), y aprovecha también en este proceso el digestato resultante para producir el fertilizante Bionora, “primero del mercado sin aditivos químicos, totalmente orgánico y con alto poder fertilizante”, como aseguran desde la empresa.