El ITE y el Aidima han colaborado en el proyecto Biomer para el aprovechamiento de la biomasa industrial de la Comunidad Valenciana como fuente de energía renovable. Desde le ITE afirman que la iniciativa “ha permitido evaluar el impacto de distintos residuos como energía renovable y analizar las principales tecnologías de transformación energética, concluyendo que los residuos biomásicos procedentes de la industria forestal y la cáscara de arroz son los susceptibles de aportar estos recursos, excluyéndose podas de jardinería y lodos de depuradora, entre otros a estudio”.
El biocombustible elegido para dar salida a esta materia prima es el pélet. Los estudios cifran en 23.000 toneladas de cáscara de arroz y en 343.564 toneladas de biomasa residual forestal el potencial anual a aprovechar. Teniendo en cuenta estas cifras, ambos centros han fabricado pelets de cáscara de arroz y de pino “que alcanzan un poder calorífico de 16.043J/g (julios/gramo) y 18.984J/g respectivamente, según los resultados obtenidos en los ensayos”, informan desde el ITE. Así, los pelets generarían 1.926,42 GWh (gigawatios/hora) eléctricos anuales, energía suficiente para cubrir las necesidades de consumo eléctrico de 92.485 familias valencianas.
Pelets: buena nota en valorización energética y en redes de calor
La conclusión ambiental más significativa es que la Comunidad Valenciana evitaría la emisión de 240.482,78 toneladas anuales de CO2 gracias a este aprovechamiento de residuos agrícolas y forestales. En la nota del ITE detallan que “se ha evaluado la calidad de los residuos óptimos y el análisis del ciclo de vida en su implicación ambiental en las etapas del pélet: obtención de la materia prima, producción, uso, tratamiento final, reciclado y valorización final. Los resultados revelan que la mayor contribución a la reducción del impacto ambiental se produce en la etapa de valorización energética, seguida de la etapa de fabricación de los propios pelets”.
La investigación también se han centrado en analizar las tecnologías de conversión energética, comparando técnicas, rendimientos y costes de los biocombustibles, y han elaborado un diseño de automatización y modelado de una planta piloto de biomasa. En línea con el destino final de los pelets, el estudio resalta su viabilidad en redes de calor (district heating) “como opciones viables de aprovechamiento de esta biomasa para cubrir las necesidades térmicas y eléctricas de una zona concreta de población asociada a tal fin, como pudiera ser una red de urbanizaciones y su municipio, o un sistema mixto pequeña industria-consumo doméstico”, apuntan desde el ITE.