Ya en 2008 este portal informaba sobre los trabajos de investigación del grupo de científicos del departamento de Ingeniería Química y Ambiental de la UJA, dirigido por el profesor Eulogio Castro. “Desarrolla un proyecto para estudiar la integración de procesos para obtener combustibles líquidos como el etanol y otros productos, como antioxidantes o fertilizantes orgánicos, a partir de la poda del olivar”, se decía entonces. El nuevo paso dado con E. coli permite rentabilizar y añadir eficacia a esta línea de investigación sin perder de vista el concepto de biorrefinería.
El empleo de la bacteria E. coli aumenta en un 30% la producción del etanol obtenido a partir de restos de poda del olivo, ya que, “mediante la fermentación, es capaz de convertir en este biocombustible todos los azúcares contenidos en los residuos agrícolas”, informa en un artículo la Fundación Descubre. Para transformar azúcares en combustible se suelen utilizar las levaduras, pero, como se aclara en este artículo, “la mayoría de estos microrganismos presentan una desventaja: sólo pueden fermentar unos determinados tipos de azúcares presentes en la materia prima, principalmente la glucosa, mientras que otros como la xilosa no son convertidos en etanol”.
“Su gran ventaja es que aprovechan todos los azúcares”
Eulogio Castro explica a la Fundación Descubre que, “puesto que estos compuestos químicos pueden representar hasta un tercio de los azúcares sería muy interesante, desde el punto de vista de la eficiencia del proceso, que también fueran transformados”. Castro añade que “el rendimiento de fermentación de este microorganismo es bastante alto. Su gran ventaja es que aprovechan todos los azúcares. Para que nos hagamos una idea, por cada 100 gramos de materia prima, se obtienen unos 13,2 gramos de bioetanol”.
Desde la Fundación Descubre también resaltan que la investigación, publicada en la revista Energy and Fuels, incluye otras novedades con respecto a los estudios realizados hasta el momento, como la utilización del ácido fosfórico en lugar del sulfúrico para el pretratamiento de los restos agrícolas. “Hemos diluido la biomasa del olivo en este ácido con la finalidad de conseguir soluciones concentradas de azúcar que favorezcan la conversión eficiente en etanol a través de la fermentación”, explica Eulogio Castro. Además, el uso del ácido fosfórico supone una disminución del coste del material de fabricación en contacto con el ácido, al ser menos corrosivo que el sulfúrico.