El proyecto de la UCA, integrado en el Plan Nacional de I+D+i y enmarcado en el programa científico del Campus de Excelencia Internacional Agroalimentario (ceiA3), lo lleva el grupo de investigación AGR-203, denominado Ingeniería y Tecnología de los Alimentos, que dirige el catedrático Ildefonso Caro Pina. El nombre del proyecto es Hidrolisis enzimática de residuos agroalimentarios lignocelulósicos para bio-refinería y parte de cuatro residuos agrícolas para “obtener extractos enzimáticos útiles para la hidrolisis, primer paso en la producción de biocombustibles”. La materia prima está formada por "restos que generalmente suelen acabar en la basura, sin utilidad alimentaria, y que son contaminantes, ya que cuesta mucho gestionarlos y tienen un fuerte impacto sobre el medio ambiente", comentan los promotores.
Uno de los objetivos del grupo de investigación del profesor Ildefonso Caro es "producir enzimas que hidrolicen bien los polímeros de la celulosa para transformarlos en azúcares". Como las enzimas encarecen enormemente dicho proceso, se han propuesto reducir este apartado de forma drástica, “algo que estamos convencidos que es posible gracias a la fermentación en estado sólido", explica el profesor Ignacio de Ory Arriaga, uno de los integrantes del equipo.
En busca del hongo más adecuado y rentable
“Este tipo de fermentaciones suelen ser mucho más económicas y presentan menor riesgo de contaminación que las que se realizan en cultivos sumergidos y se centra en el hecho de que el sustrato del cual se alimenta el microorganismo (en este caso un tipo de hongo) es un sólido, por ejemplo, un residuo agrícola”, afirman en la nota de prensa. El hongo crece directamente sobre el sustrato sólido, formando una película sobre él. Por otro lado, los residuos reciben previamente algún tipo de pre-tratamiento (ultrasonidos, irradiaciones o microondas), ya que "es necesario que se degrade el sólido para facilitar el crecimiento del hongo y que acceda mejor al interior de los polímeros", añaden desde el grupo AGR-203.
Los científicos de la UCA quieren probar qué sucede al trabajar con el orujo de uva, la cáscara de la naranja, la paja de trigo y la cascarilla del arroz combinados con tres microorganismos diferentes, mediante fermentaciones en estado sólido. "Estamos interesados en establecer cuál es el hongo más adecuado –señalan–, es decir, el que produce mayor cantidad de enzimas y con mejores actividades, para digerir luego esos mismos residuos y obtener azúcares fermentables destinados a la producción de bioetanol". Al final, optarán por el hongo y el residuo más adecuados.
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