A finales de octubre, Beta Renewables informaba de manera oficial que la corte de Alessandria, órgano judicial situado en la región del Piamonte donde se ubica la planta de Crescentino, admitía la situación de quiebra de Mossi & Ghisolfi, empresa que construyó y operaba la instalación. Para este grupo significa un paso más en un proceso de reestructuración que afecta a once de sus empresas.
Hace ahora cuatro años Beta Renewables, consorcio de empresas formado por Mossi & Ghisolfi, el fondo de inversión estadounidense Texas Pacific Group y la compañía biotecnológica Novozymes, presentaban la planta más grande en comenzar a producir bioetanol comercial de segunda generación. La producción prevista se cifró en 75 millones de litros al año, elaborados a partir de residuos agrícolas y cultivos energéticos de caña.
Cierre de Beta Renewables, venta de DowDuPont
Ante la situación de quiebra de Mossi & Ghisolfi, la prensa italiana da por hecho el cierre de la planta de Crescentino y de otras asociadas al grupo y el despido de sus plantillas. Ahora el tribunal de Alexandria ha otorgado un plazo de 120 días, a partir del 26 de octubre de 2017, para llevar a cabo el concurso de acreedores.
Poco después de conocerse el destino de Beta Renewables, era la planta de DowDuPont en Nevada, en el estado Iowa, la que también lanzaba malas noticias sobre la viabilidad comercial del etanol lignocelulósico. Esta instalación se había convertido en la más grande de este tipo de biocarburante, con 113 millones de litros de capacidad de producción y una inversión de casi 200 millones de euros.
En un comunicado recogido por Biofuels International, la multinacional química admite que, aunque mantienen su confianza en que los biocarburantes a partir de celulosa tienen futuro, “hemos llegado a la conclusión de que es de interés a largo plazo encontrar un comprador estratégico para nuestra tecnología, incluida la biorrefinería de Nevada, Iowa”.
Una cadena de desinversión y ventas que comenzó con Abengoa
La apuesta de DowDuPont ha durado menos que la de Mossi & Ghisolfi, ya que la primera anunció la puesta en marcha de la planta de Nevada hace justo dos años. La intención era abastecerse con 375.000 toneladas anuales de residuos de la cosecha de maíz, como tallos, hojas y mazorcas.
Este doble duro golpe a los biocarburantes de segunda generación se une a la quiebra y reestructuración de Abengoa, que dejó por el camino el pasado año su apuesta en este campo, tanto comercial, como de investigación.
¿Política comercial o incertidumbre regulatoria?
Aunque la mayoría de los analistas circunscriben estos movimientos dentro de decisiones financieras y estrategias comerciales de las empresas, hay voces que los vinculan a la incertidumbre regulatoria que afecta principalmente a los biocarburantes de primera generación.
Desde la agencia Reuters enmarcan la decisión de DowDuPont en un momento clave para el etanol estadounidense, ya que la Agencia de Protección Ambiental ha puesto sobre la mesa una reducción importante de las cantidades de etanol a introducir en el mercado de los combustibles para el transporte.
En Europa, las organizaciones empresariales del sector (ePure, European Biodiesel Board, APPA Biocarburantes…) reiteran que la adopción de más recortes a la incorporación de etanol convencional en el transporte en la nueva directiva de energías renovables afectará también negativamente al desarrollo comercial de los biocarburantes de segunda generación.