En su comunicado, Greenpeace apuntaba a que una parte de las 24.000 toneladas pertenecen a la empresa PT Ivo Mas Tungaal, “subsidiaria del gigante industrial Sinar Mas, la mayor productora de aceite de palma de Indonesia, con el 10% de la producción total de este país, cuyos agresivos planes de expansión del cultivo de palma de aceite están vinculados a la deforestación, incluidas regiones ricas en turberas y hábitats críticos para especies amenazadas como el orangután”.
Anuncio prohibido
Curiosamente, PT Ivo Mas Tungaal también aparece entre los 81 productores de aceite de palma adheridos a las RSPO, síntoma de que la adscripción a este organismo de certificación no es considerado por Greenpeace como un aval de sostenibilidad. Abengoa Bioenergía insiste en que utiliza “los más altos niveles de sostenibilidad en su cadena de suministro, que incluye el cumplimiento con su código de responsabilidad social corporativa, que cumplen todos nuestros proveedores y el resto de componentes de esa cadena de suministro”.
Otra ONG que cuestiona el funcionamiento de la RSPO es Survival International, que ha celebrado estos días que la Agencia de Estándares Publicitarios del Reino Unido prohibiera la publicación en una revista de un anuncio de la Malaysian Palm Oil Association (miembro fundador de la RSPO), donde se afirmaba que el aceite de palma era “sostenible y contribuía al alivio de la pobreza, especialmente entre las poblaciones rurales”.
Según Survival International, “la prohibición ha supuesto un duro golpe para la credibilidad de esta industria, y miembros del pueblo de indígenas cazadores-recolectores penan, de Borneo, la han recibido con agrado”. Para la ONG, son los propios penan los que afirman que “las plantaciones de palma de aceite no nos han beneficiado en absoluto, tan sólo nos han robado nuestros recursos y nuestra tierra.”