La crisis del bioetanol en Brasil no solo afecta a empresas y Gobierno, también la ha notado el consumidor. Así lo explica el periodista Luis Ini en el último número en papel de la revista Energías Renovables: “no acepta (ese consumidor) con facilidad que el precio de un producto de cepa nacional, obtenido principalmente a partir de la caña de azúcar, y con mucho menor valor agregado que el obtenido a partir del complejo refinado del petróleo, termine por acercarse peligrosamente al mismo coste a pie de surtidor”. Y es que, según el reportaje, en agosto, la gasolina en Brasil costaba el equivalente a 1,16 euros el litro y el bioetanol 0,86 euros.
El reportaje El etanol brasileño: sombras y dudas ofrece varias explicaciones a una situación que ha llevado a Brasil a convertirse en importador, principalmente de Estados Unidos, tras ser el principal exportador del biocarburante. “Hay tres contextos convergentes que pueden explicarla –se señala–: la caída de la zafra de la caña de azúcar (cosecha), el aumento del precio internacional del edulcorante y la presión que ejerce sobre el mercado el aumento del parque automotriz flex-fuel”. En el primer caso se habla de 47 millones de toneladas menos; en el segundo de una subida del precio del azúcar del 85%, lo que resta materia prima al bioetanol; y en el tercero del aumento de un 90% de ventas en 2010 de automóviles flexibles, es decir, los que también admiten gasolina.
Sin embargo, en el reportaje se abre una puerta a la esperanza, que llega de la mano de varias iniciativas y señales que ofrece el sector. La multinacional brasileña Petrobras sigue apostando por el bietanol y está implicada en la construcción de la planta más grande del mundo. A esto hay que añadir la apuesta de diferentes empresas foráneas y nacionales por el concepto de biorrefinería, el impulso a los biocarburantes de segunda generación y la alianza con sectores de la aviación.
Más información:
Energías Renovables nº 103 Septiembre 2011