"Shell debe abandonar nuestra tierra… las empresas deben dejar de utilizar tierra indígena. Queremos justicia, queremos que nuestro territorio sea demarcado y protegido para nosotros". Survival International se ha hecho eco de la demanda de Ambrosio Vilhalva, que en representación del pueblo indígena guaraní denuncia la utilización de sus tierras ancestrales para el cultivo de caña de azúcar destinada a la producción de etanol. La explotación la lleva a cabo Raizen, una empresa conjunta formada por la brasileña Cosan y la holandesa Shell.
El pasado mes de junio, ambas compañías anunciaron el acuerdo para crear Raizen y, con ello, la producción de un bioetanol bajo en carbono que se comercializa con el sello Bonsucro, uno de los siete esquemas de sostenibilidad recientemente aprobados y reconocidos por la Comisión Europea (CE). Sin embargo, en una carta dirigida a Cosan y Shell, los indígenas advierten de que "desde que la fábrica comenzó a operar, la salud de todos nosotros se ha deteriorado: la de niños, adultos y animales; ya no podemos encontrar muchas de las medicinas que solían crecer en la selva… las plantas han muerto a causa del veneno (en referencia a los productos químicos utilizados en las plantaciones)".
El problema principal: la delimitación y protección de tierras indígenas
Respeto a los derechos de las comunidades locales y sus tierras y baja utilización de productos químicos forman parte de las exigencias que debe cumplir cualquier empresa adherida al sello Bonsucro. Tras su creación en junio, Raizen afirmó que trabajaría para lograr la certificación para todo el etanol producido en sus operaciones, incluidas las plantaciones de caña de azúcar de los proveedores. Al poco de conocerse ayer la denuncia de los guaraníes, AFP recogía un comunicado de Raizen en el que asegura que busca un consenso en la zona en litigio, ya que "pertenece a un productor local que la alquila para un proveedor de la caña de Raizen (...) Mantenemos el diálogo con todas las partes, buscando el desarrollo de las actividades de la compañía".
Desde Survival International afirman que “la lentitud del gobierno brasileño en delimitar y proteger tierras indígenas ha favorecido su explotación por parte de los plantadores de caña de azúcar”. En la carta que los guaraníes han enviado a las empresas inciden en que “los agricultores nunca nos han pedido permiso ni nos han consultado antes de empezar a plantar en nuestra tierra".
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