Como explica uno de los responsables del proyecto, el profesor José Juan Segovia, “se trata de ofrecer una base de datos con predicciones para saber a priori qué porcentaje de cada uno de los componentes del biocombustible hay que añadir a la mezcla para lograr los objetivos que nos propongamos”.
Por el momento, el estudio se encuentra en fase experimental y en los próximos meses se desarrollarán las ecuaciones que permitirán saber cuál será el comportamiento de la mezcla a partir de sus componentes (parafinas, cicloparafinas, olefinas o compuestos aromáticos, entre otros).
Menos contaminante, más efectiva y menos daño al motor
Ya existen estudios similares que fueron desarrollados en los años 80 por la compañía General Motors a partir de 15 componentes del bioetanol, aunque “están desfasados”, asegura Segovia. El proyecto de la Universidad de Valladolid pretende que los nuevos biocombustibles se adecuen a la última normativa medioambiental relativa a la emisión de contaminantes, además de intentar que la mezcla sea lo más efectiva y dañe lo menos posible el motor.
Para conocer el comportamiento del biocarburante, desde el laboratorio de Termocal se están midiendo parámetros como la densidad, capacidades caloríficas o la cantidad de agua presente en el etanol. “Es precisamente a través de la medición de la presión del vapor como se llegan a saber los contaminantes que emite la mezcla”, explica Segovia, que añade que establecer los límites idóneos de etanol y los niveles de agua en este alcohol químico son dos de los principales problemas a los que se enfrentan en esta investigación.
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