Fueron algunas de las afirmaciones que se escucharon durante la apretada segunda jornada del Congreso Internacional de Biocombustibles de Segunda Generación (Biofuel2G) celebrada ayer en el Palacio de Congresos Baluarte de Pamplona.
El biodiésel respeta a los coches
Rakel Herrero Colmenero, técnica del Centro Multidisciplinar de Innovación y Tecnología de Navarra (CEMITEC), expuso los resultados de un trabajo centrado en los efectos del biodiésel en materiales empleados en automoción. La conclusión de dicho estudio, que analizó varios parámetros, es clara: “las variaciones de las propiedades mecánicas y de estabilidad dimensional que se producen en los materiales poliméricos en contacto con distintos tipos de biodiésel no son mayores que las que se producen utilizando gasóleos y gasolinas convencionales”.
El CEMITEC lleva seis años realizando estas investigaciones y fue el primer centro en obtener la certificación para probar materiales con biodiésel. No obstante, el resto de las intervenciones siguieron insistiendo en la necesidad de mejorar la calidad ambiental, económica y tecnológica de los nuevos biocombustibles. Especial incidencia en este punto pusieron los fabricantes de coches y los operadores y distribuidores de productos petrolíferos. Edward Green, director de la empresa Greenbiologics, expuso en este sentido las ventajas del biobutanol, válido tanto para coches diésel como de gasolina, y advirtió que “de cinco a diez años podrá utilizarse masivamente en los depósitos, como lo demuestra la apuesta de empresas como BP y Virgin Fuels”. La amplia gama de materias primas susceptibles de ser utilizadas para su producción (desde las plantas habitualmente usadas en la fabricación de bioetanol hasta residuos orgánicos tanto forestales, como agrícolas e incluso urbanos) y su entrada en el mercado secundario con polímeros y plásticos a través de biorrefinerías le hacen todavía más atractivo.