Este es el principal balance que muestra la asociación en una declaración en la que también se proponen alternativas. Los requisitos que deberían cumplir los agrocarburantes serían los siguientes: que se cultiven bajo las bases de la producción agroecológica (producción en cercanía, sin transgénicos, sin disminuir la fertilidad del suelo, sin aumentar el uso del agua, usando fertilizantes y pesticidas naturales...), que tengan un balance energético positivo, que supongan una reducción en el balance de GEI (Gases de Efecto Invernadero), que no afecten a reservorios de carbono, que no dañen a la biodiversidad ni produzcan deforestación, que no supongan una presión alcista considerable para los precios de los alimentos, que revitalicen el campo y que supongan una sustitución en el uso de los combustibles fósiles.
Aceites usados sí, incineración no
También ven con buenos ojos la producción de biocarburantes a partir de aceites usados, al ser los que se obtienen “con un coste menor, con un mejor balance de emisiones y un mayor retorno energético. Los aceites usados representaron según APPA casi 45.000 toneladas de biodiésel en 2006. Si se tiene en cuenta que en nuestro país se emplean en torno a 1,3 millones de toneladas de aceites aprovechables para este fin, se comprueba que los objetivos gubernamentales de alcanzar sólo 200 ktep de biodiésel de este origen son muy modestos”.
Ecologistas en Acción sitúa el debate sobre los biocombustibles en uno más amplio sobre los usos energéticos de la biomasa, que reconocen que “surge en un contexto de enorme complejidad y tiene implicaciones de largo alcance”. Tampoco en este caso se oponen a las diferentes formas de aprovechamiento energético (residuos biodegradables, forestales y agrícolas y sólidos urbanos para la obtención de biogás), pero siempre teniendo en cuenta similares consideraciones a las expuestas para los agrocombustibles y sin contemplar en ningún caso la incineración de residuos sólidos urbanos.
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