“Las inversiones privadas van mucho más deprisa que el conocimiento sobre el impacto de los biocarburantes, incluida la desposesión de tierras. Esto menoscaba la posición del Reino Unido en temas de desarrollo”. James Smith, catedrático de Estudios Africanos y Desarrollo de la Universidad de Edimburgo (Escocia) es uno de los expertos citados por The Guardian en su exhaustivo repaso al cultivo de materias primas para la obtención de biocarburantes en África subsahariana. En total, la investigación ha revelado la existencia de 100 proyectos, repartidos entre 50 compañías de más de 20 países que ocupan una extensión de 3,2 millones de hectáreas.
Entre los datos ofrecidos por The Guardian no aparece ninguna compañía española con cultivo y producción, pero sí 11 del Reino Unido, 7 de Italia, 6 de Alemania, 6 de Francia, 4 de Estados Unidos, 4 de Canadá, 4 de varios países escandinavos, 3 de Bélgica, 3 de Suiza, 2 de Holanda y una de Chipre. En el reparto de tierras, el Reino Unido sobrepasa ampliamente al resto, ya que acapara la mitad de las mismas gracias a las posesiones de compañías como Crest Global Green Energy (900.000 hectáreas) y Gem Biofuels (452.500 hectáreas).
En África no hay orangutanes
En la actualidad, solo el 31% de los biocarburantes consumidos en el Reino Unido cuenta con sistemas voluntarios de certificación ambiental, y sólo el 0,1% procede de África. Los productores, casi todos de biodiésel, defienden su trabajo en África, especialmente empresas como Viridesco, que cuida su relación con las comunidades locales a través de pequeñas plantaciones de jatrofa. Chris Hunter, portavoz de esta compañía, declara a The Guardian que “ayudamos a las pequeñas plantaciones que abastecen a los mercados de países en desarrollo, en oposición a los grandes monocultivos que abastecen a los desarrollados".
Viridesco tiene 175 hectáreas en Mozambique y otra empresa británica, Sun Biofuels, 13.000 repartidas entre este mismo país y Tanzania. Su director ejecutivo, Richard Morgans, es otro de los que defiende el papel que desarrollan en África: “producimos biocarburantes sostenibles y éticos y podríamos elevar estos estándares, pero hay que equilibrarlo con el desarrollo económico, y si en Mozambique y Tanzania necesitan trabajar es probable que no se preocupen si el orangután duerme o no esta noche”. Lo cierto es que en ninguno de los dos países ni en ningún lugar de África hay orangutanes (viven en las islas de Borneo y Sumatra, en Asia). Además, la lista roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza los considera en peligro de extinción.
Hay iniciativas que incentivan la producción y uso local
Lorenzo Cotula, del International Institute for Environment and Development, que recientemente analizó 12 contratos de adquisición de tierras, afirma en The Guardian que “algunos proyectos sí repercuten beneficios en la población local, con inversiones, empleo y consumo local de la producción, pero no ocurre así con la mayoría”. A mediados de mayo, la FAO presentó la herramienta Bioenergy and Food Security (BEFS), probada precisamente en países como Tanzania, con la que se orienta a políticos y empresas hacia prácticas sostenibles en la producción de biocombustibles en países en desarrollo. Producir para el consumo local y la participación directa de las comunidades aparecen en lugar destacado.
A la luz de la investigación de The Guardian y de otros estudios de Oxfam International y Action Aid, tres ONG (Fundación Habitáfrica, IPADE y Solidaridad Internacional) emitieron un comunicado el pasado viernes en el que señalaban que “un tercio de las tierras que se venden o adquieren en África se usa para cultivos de agrocombustibles, algo que ni repercute en el bienestar de las poblaciones locales, ni contribuye a frenar las emisiones de gases de efecto invernadero”. La pasada semana, Oxfam International publicó un informe en el que augura que los precios de los alimentos seguirán su escalada y que, junto al cambio climático, la perdida de recursos naturales, el crecimiento de la población y el cambio en las dietas, los biocarburantes se mantenían como uno de los culpables.
El comunicado de la otras tres ONG cita las palabras de Patricia Garrido, del Grupo de Estudios Africanos de la Universidad Autónoma de Madrid, quien afirma que “existe la percepción generalizada de que en los países de destino de estas inversiones hay un exceso de tierras cultivables que están infrautilizadas. Pero en muchos casos, las tierras sí están siendo aprovechadas por segmentos de población desfavorecidos”. “Lo que está en juego en estas transacciones –concluye Patricia– no sólo es la soberanía alimentaria, sino la soberanía territorial del continente”.
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