Ya en mayo de 2007, durante la inauguración de una planta de fabricación de biodiésel en el estado de Tocantins, el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, aseguró que se había alcanzado la capacidad efectiva de producción para abastecer el 2% de la demanda nacional, establecida entonces en 840 millones de litros al año.
Autoabastecimiento sin subida de precios
Según datos del Ministerio de Minas y Energía brasileño, la capacidad de producción instalada ronda los 2.500 millones de litros anuales, “tres veces superior a la demanda esperada”, destacó Nelson Hubner, titular de este ministerio. Con estas cifras, no es extraño que se adelante el próximo paso del PNPB en el campo del biodiésel: el uso obligatorio del B5 en 2013.
En la misma inauguración, en Tocantins, de la planta de Brasil Ecodiesel (principal productor de biodiésel del país carioca), Lula da Silva se aventuró a decir que con medidas como ésta “Brasil se convertirá en la principal potencia energética del planeta en los próximos 20 años”. Con independencia de la grandilocuencia de la afirmación, lo cierto es que las mismas fuentes ministeriales afirman que las distribuidoras ya tienen contratada casi la totalidad del suministro para los próximos seis meses, y que todo ello contribuirá a ahorrar 500 millones de dólares en la importación de diésel.
La nueva medida está previsto que no afecte al bolsillo de los consumidores. Al menos así lo ha anticipado Edson Silva, director de Abastecimiento de la ANP, que aseguró que la obligatoriedad de la comercialización del B2 no va a encarecer el producto final, entre otros motivos porque “el biodiésel que Petrobras (compañía estatal de energía) revende a la distribuidoras se compró en las subastas realizadas por la ANP en noviembre con un precio fijo que garantiza su comercialización sin casi ninguna alteración”.