El ministro alemán de Economía, Michael Glos, que ha aprovechado para criticar a su colega de gabinete por lo que considera una política errática y poco seria en materia de energía renovables, ha reconocido que dicha decisión "pone en peligro" los objetivos de reducción de emisiones de dióxido de carbono del Gobierno para 2020, fecha en la que el porcentaje de participación de los biocarburantes hubiera subido al 20%.
La decisión no amenaza el cumplimiento de los porcentajes de la UE
Más allá de consideraciones ambientales, uno de los motivos principales que llevaron al Gobierno alemán a tomar la determinación fue advertir que el número de coches que no tolerarían la mezcla en sus motores es de más de tres millones, cifra que está muy por encima de los 375.000 estimados inicialmente.
Las cifras fueron extraídas, entre otras fuentes, de consultas a fabricantes, importadores y clubes automovilísticos. “Probablemente, el error principal de la asociación de importadores de automóviles radica en que tomó como base las cifras de los coches de fabricación alemana a la hora de hacer el cálculo sobre los coches extranjeros, en lugar de consultar a los propios fabricantes”, añadió. Puestos los datos al día, entre los coches de fabricación alemana sólo habría unos 189.000 que no se podrían adaptar al nuevo porcentaje, mientras que entre los de importación esta cifra ascendería a unos tres millones.
Sigmar Gabriel, que había anunciado con anterioridad que si la cifra superaba el millón pararía los planes, dejó claro a la hora de dar a conocer su decisión que no pone en entredicho las metas europeas. “El objetivo de la UE de lograr un porcentaje del 10% de biomasa en el mercado de carburantes es alcanzable también manteniendo en Alemania la cuota actual del E5 (5% de etanol) en la gasolina o el B7 (7% de biodiesel) en el diesel”, confirmó.
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