En Estados Unidos, el afán por recortar el gasto público en tiempos de crisis puede afectar al etanol. Este fue uno de los argumentos esgrimidos durante la votación en el Senado de este país (a mediados de junio), para rebajar a partir del 1 de julio las ayudas a ese biocarburante y suprimirlas definitivamente desde comienzos de 2012. Algunos analistas, consultados por la agencia Reuters, consideran que el resultado de la votación, aún siendo incontestable (73 votos a favor y 27 en contra), puede ser simbólico, ya que la Casa Blanca se ha comprometido a no derogar totalmente los subsidios e incluso a ejercer su poder de veto si la enmienda continua su avance hacia el Congreso
Dos pesos pesados del Gobierno de Barack Obana, los secretarios de Estado de Energía, Steven Chu, y de Agircultura, Tom Vilsack, ya han demostrado públicamente su oposición al recorte de las ayudas. Estas se establecen actualmente en 45 centavos de dólar por galón (4,5 litros) para el etanol producido en Estados Unidos, fabricado a partir de maíz, y 54 centavos por galón al importado, que afecta sobre todo al brasileño procedente de la caña de azúcar. En total, se estima que la industria recibe anualmente unos 6.000 millones de dólares (4.250 millones de euros) en subsidios.
Recorte presupuestario, rentabilidad de las fábricas y alza de precios de alimentos
Según la información de la agencia Reuters, desde Brasil, la União da Indústria de Cana-de-Açúcar (Unica) recibió con alegría la votación del Senado. Responsables de Unica señalaron que, “permitir que otros combustibles alternativos, como el etanol de caña de azúcar, compita lealmente en los EEUU va a ahorrar dinero a los estadounidenses, reducirá la dependencia del petróleo de Medio Oriente y mejorará el medio ambiente". Los pasos oficiales que se dan en Brasil, principalmente a través de ayudas a través del Banco Nacional de Desenvolvimento Econômico e Social (BNDES), se mantienen en el camino de consolidar una industria que espera suministrar etanol al 85% de los vehículos en 2020, que serán los correspondientes a modelos flex-fuel.
Por su parte, senadores tanto demócratas como republicanos consideran que la industria del etanol en Estados Unidos es suficientemente rentable para no depender ya de subsidios. Aunque menos, también pesan las acusaciones que se mantienen contra los biocarburantes de ser responsables del alza continua de los precios de los alimentos. Hablar de producción de etanol en Estados Unidos y Brasil es hacerlo casi en términos mundiales, ya que se reparten casi el 80% de todo lo fabricado, con 35.000 millones de litros anuales en el primer país y 25.000 millones en el segundo.
A pesar de todo, la administración Obama confía en el futuro energético de los biocarburantes. Una de las últimas señales dadas en este sentido la emitió Steven Chu, quien anunció un paquete de ayudas de 36 millones de dólares (25 millones de euros) para proyectos de investigación comercial a pequeña escala en torno a biocarburantes de segunda generación. General Atomics y Genomatica en San Diego (California), Michigan Biotechnology Institute en Lansing (Michigan), HCL CleanTech en Oxford (Carolina del Norte), Texas Engineering Experiment Station en College Station (Texas) y Virent en Madison (Wisconsin) se repartirán una inversión que tienen a las biorrefinerías, las algas, el etanol celulósico y las enzimas como principales protagonistas.