Las comunidades energéticas pueden llevar a cabo múltiples actividades: producir, consumir, almacenar, compartir o vender energía. Un ejemplo de este tipo de actividades en las que se pueden basar, son el autoconsumo o la generación distribuida, que suponen un factor importante para el ahorro económico de muchas familias, especialmente para las más vulnerables, pudiendo de esta forma hacer frente a la pobreza energética.
Además, evitan la dependencia de las compañías eléctricas y aumentan la competitividad en la industria. Por otro lado, los beneficios ambientales son importantes, con una disminución de la energía consumida, un aumento de energía renovable distribuida o una reducción de los combustibles fósiles utilizados.
También tienen beneficios sociales, como el empoderamiento ciudadano, el fomento del empleo local, la creación de un tejido comunitario o la reinversión de los beneficios de la actividad en los aspectos prioritarios para la comunidad.
Con estas ventajas, queda patente que una mayor participación de la ciudadanía en el sector energético es crucial para la transición energética y garantiza el derecho de acceso a la energía, ya que refuerza el papel de las personas en el cambio de modelo energético.
La financiación, uno de los principales escollos para las comunidades energéticas
Una comunidad energética es un tipo de asociación especial que cuenta con muchosretos para su constitución y funcionamiento, como los apartados técnicos (estudios de diseño y viabilidad), los recursos necesarios, la organización, permisos necesarios...
Pero al igual que el ahorro es una de las principales motivaciones para embarcarse en un autoconsumo colectivo, la financiación necesaria para hacerlo realidad es también es uno de los temas más delicados a la hora de constituir y gestionar una comunidad energética. Por ello, conseguir los fondos necesarios para llevar a adelante este tipo de proyectos es una de las principales barreras a las que se enfrentan.
Afortunadamente, desde el Instituto para la Diversificación y el Ahorro de Energía (IDAE) señalan distintas formas de financiar una comunidad energética para que el proyecto sea un éxito. Sus recomendaciones están recogidas en su Guía para el desarrollo de Instrumentos de Fomento de Comunidades Energéticas Locales. Son las siguientes.
Instrumentos financieros
De los instrumentos financieros se espera que dinamicen el desarrollo de las comunidades energéticas locales, que inicialmente ayuden a los pioneros y que sean capaces de inducir la inversión privada. Estas herramientas tienen que generar señales correctas para el mercado y tener la capacidad de corrección a medida que las comunidades energéticas locales se vayan multiplicando.
A la hora de plantear los instrumentos de apoyo financiero es interesante visibilizar un escenario deseable para el usuario final, que en este caso sería un ciudadano o una entidad miembro de la comunidad energética local, para quienes lo razonable sería tener un periodo de retorno de la inversión de unos 5 a 8 años. En cualquier caso, es importante prever mecanismos de ajuste que permitan adaptación a los cambios en cuanto a la inversión y a los precios eléctricos
Para conseguir financiación por parte de una institución ajena tipo banco, fondo de inversión o similar, es necesario acotar riesgos. Para ello, es importante tener una situación clara en cuanto a la personalidad jurídica de la comunidad energética. Por otro lado, la comunidad tiene que justificar una solvencia que puede ser difícil de demostrar en sus primeros tiempos de vida. Un instrumento interesante es la creación de fondos de cobertura de eventuales impagados, que normalmente son fondos públicos o mancomunados público-privados.
Se recomienda eliminar, para las comunidades energéticas locales, los costes aplicables en concepto de utilización de la red de baja tensión, lo que se podría considerar como una especie de prima. Al mismo tiempo, habría que buscar mecanismos de compensar a las empresas de distribución en baja tensión por el uso de su infraestructura.
De hecho, se podría generar un bonus para la empresa distribuidora, en función del tráfico de electricidad generada y consumida dentro de su red de baja tensión. De esta forma, la empresa distribuidora podría tener incentivos para facilitar e incluso fomentar la producción local con fuentes renovables.
Subvención a fondo perdido
Desde el IDAE consideran oportuno utilizar la subvención para tareas “blandas”, como la consolidación legal de la comunidad energética y para elaboración del proyecto técnico, y el plan de financiación y evaluación de riesgos. Por otro lado, la subvención del coste de material y su instalación se reserva para los componentes más innovadores de los proyectos, como los elementos que facilitan la gestión de la demanda, o para intervenciones que no consiguen unos tiempos de retorno interesantes.
También existen líneas específicas de crédito blando por parte del ICO u otras instituciones financieras públicas y, por otro lado, con el instrumento de creación de fondos de cobertura de eventuales impagados se consigue un efecto similar, sin necesidad de utilizar fondos públicos.
Reducción de tasas e impuestos
Otra medida efectiva podría ser la reducción del IVA sobre los equipos y su instalación, ya se trate de la generación eléctrica o térmica, o de actuaciones de eficiencia energética. Otro enfoque es el de eliminar cualquier impuesto aplicable (por ejemplo IVA) entre las transacciones de energía/pagos que puedan tenerse entre los propios miembros de la Comunidad Energética, ya sean personas jurídicas o físicas.
Deducir las inversiones en comunidades energéticas en el IRPF y reducir tributos locales (IBI y/o ICIO) en colaboración con los ayuntamientos, es una medida que ya han puesto en marcha algunos municipios para dinamizar el ecosistema de las comunidades energéticas.
Crowdfunding
Esta alternativa novedosa es utilizada por algunas comunidades energéticas en su búsqueda de recursos para financiarse. Consiste en un sistema de participación ciudadano que se sirve de donaciones, bonos, préstamos reembolsables y acciones de propiedad con voz y voto.
La fotovoltaica, la reina de las comunidades energéticas Desde el IDAE señalan la importancia de crear instrumentos que no estén orientados a una sola tecnología, sino más bien abiertos a diferentes soluciones, porque es evidente que las instalaciones fotovoltaicas tienen una posición privilegiada.
Por ello, seria de interés diseñar instrumentos a los que puedan acogerse tecnologías como las bombas de calor de alta eficiencia o redes urbanas de calor y/o frío. En este sentido sería conveniente no desaprovechar las redes de distribución actuales de gas, y dentro de la nueva gestión de micro redes eléctricas -allí donde exista red de gas natural-, promover el uso de la microcogeneración (electricidad y calor) en aquellas zonas climáticas adecuadas (al menos, la mitad norte de España).
Este reportaje forma parte de la edición en papel ER234 que puedes descargar gratis en este enlace
