A la hora de redactar este artículo y pensar en los hitos que nos han marcado en 2021 inmediatamente me vienen los siguientes: el primero tiene que ver con las comunidades energéticas, de las cuales se esperaba una transposición en junio, que ha sido aplazada “in eternis” por parte de nuestro gobierno, y que nosotras trabajamos para que sea ambiciosa y decidida, dirigida hacia el empoderamiento ciudadano
Desde nuestra posición con las personas interesadas en organizar comunidades, trabajamos en modelos que se adapten a las necesidades específicas de cada una de ellas y que repliquen nuestros genes extraídos del cooperativismo energético y de la Economía Social y Solidaria para conseguir una transformación social en materia de energía.
Alrededor de las comunidades se ha originado mucho “ruido” al calor de la llegada de los fondos europeos, y ese ruido ha generado multitud de propuestas, la mayoría de las cuales olvida que para empoderar a la ciudadanía es necesario que quienes tienen el poder (empresas e instituciones públicas promotoras de las propuestas) cedan el poder, y que sin esa cesión, no hay transformación social en sus propuestas, y menos, empoderamiento ciudadano.
No voy a hacer aquí una glosa sobre lo que entendemos que es ceder poder y sobre cooperación, pero sí quiero aportar la idea de que en espacios y condiciones como los que proponemos las empresas e instituciones públicas pueden trabajar perfectamente como un agente más del colectivo que promueve y construye la comunidad, seduciendo con sus propuestas, consiguiendo que todo el colectivo las asuma como suyas y las lleve adelante.
Por último, en este tema me gustaría destacar que el aterrizaje de las comunidades y de la transición energética necesita estar acompañado de un discurso político y público valiente que contemple todos los escenarios posibles hacia los que nos encaminamos en un futuro cercano, aunque sea por precaución, y me gustaría destacar también que el decrecimiento energético y, como consecuencia, económico, es un escenario posible, al igual que puede serlo el del optimismo tecnológico, y que, mientras que el primero es ignorado de forma intencionada y consciente, el segundo es aireado y potenciado.
Next Generation
El segundo hito tiene que ver con los Fondos Next Generation, cuya llegada ya se nos anunciaba en la segunda mitad del año anterior, y con la necesidad de dedicar esfuerzos por nuestra parte en el primer semestre de este año a intentar definir posibles proyectos o acciones en las que nos fuera posible materializarlos en los próximos años.
Se han anunciado multitud de vías de acceso a estos fondos para inversiones en renovables, para creación de comunidades y para facilitar la transición energética, al abordaje de los cuales se encuentran nuestras propuestas enterradas dentro del aluvión generado por las expectativas creadas. Nosotros tenemos la esperanza de que sirvan para que realmente se realice un cambio de modelo energético y una transición energética justa efectiva, y realmente esperamos equivocarnos sobre lo que percibimos a través de las noticias, que no es otra cosa más que un reparto de fondos entre los de siempre para hacer lo de siempre, esta vez vestidos de verde. Que ocurriera esto último nos parece especialmente grave, ya que estos Fondos hay que devolverlos y son una hipoteca futura especialmente sangrante para nuestros hijos, ya que la tendrían que pagar ellos y serían las víctimas de nuestra inacción.
El tercer hito tiene que ver con la situación actual del mercado eléctrico, dentro del cual nuestras cooperativas se han visto especialmente afectadas, al estar conformadas por personas socias, que son las que realizan las aportaciones económicas para la construcción del tejido organizacional de la entidad, que les permita comercializar.
Las condiciones del mercado
Las exigencias del mercado eléctrico imponen la condición de adelantar garantías económicas antes de realizar la compra de energía, así como pagar la energía comprada la semana anterior en la semana siguiente, lo cual supone un adelanto de dinero, ya que normalmente la facturación a las personas socias se realiza una vez al mes. En un flujo monetario en condiciones normales del mercado, la situación está solucionada a partir de los planes de viabilidad establecidos por cada cooperativa.
Sin embargo, esa no ha sido la tónica de este año, sino que cada vez que se iba a realizar una compra la escalada de precios era mayor y como consecuencia la exigencia de garantías y de pagos por la energía de forma adelantada hasta el cobro de la factura por parte de la cooperativa a la persona socia.
A esto anterior se han sumado las medidas adoptadas por el gobierno en materia de IVA, al reducir el IVA a las personas consumidoras y no tomar ninguna acción hacia las distribuidoras y los peajes, lo que hacía que nuevamente adelantemos dinero, esta vez a Hacienda, que nos va a devolver, pero que para ello tiene un plazo de seis meses a partir de que haces la declaración.
Estas dos situaciones anteriores, sin tener una trayectoria prevista de malos resultados en nuestras cuentas de pérdidas y ganancias, nos han obligado a acudir a nuestras personas socias a pedirles que realicen nuevas aportaciones económicas, con el fin de reforzar el capital social, a lo que nuestra masa social ha respondido de forma excelente satisfaciendo nuestras demandas, además de abrir otras vías acudiendo a entidades bancarias solicitando lo mismo, así como a solicitar a las instituciones públicas pertinentes apoyo habilitando líneas de financiación para este fin.