El estudio (The state of the biofuels market: regulatory, trade and development perspective) se centra principalmente en exponer las oportunidades y los inconvenientes a los que se enfrentan los países en desarrollo interesados en el desarrollo de los biocarburantes. Varios son los frentes que enumera el infome: diversificación de las fuentes de energía y reducción de la dependencia de los combustibles fósiles, mitigación de los efectos del cambio climático, aumento de los mercados para los productos agrícolas y creciente participación de las comunidades rurales en las actividades económicas.
Desde la UNCTAD consideran que, a pesar del aumento constante de la producción y el consumo desde 2006, los biocarburantes siguen planteando inquietudes, lo que provocó en los años más recientes una mayor presión regulatoria (señalan especialmente el establecimiento de criterios de sostenibilidad) que afecta también a los de una segunda generación que acaba de incorporarse al mercado. El estudio analiza los desafíos y oportunidades actuales y potenciales a raíz de estos cambios, especialmente para los países en desarrollo.
Los países en desarrollo no deben ser meros abastecedores de materia prima
Pensando en estos últimos se establecen seis retos específicos. El primero consiste en lograr regulaciones para la bioenergía adaptadas a cada país, que no enfrenten la producción de alimentos y el suministro de energía, sino que mejoren la productividad agrícola, los ingresos rurales y las habilidades de los trabajadores. Como en el resto de los retos planteados, subyace una demanda clara a los grandes productores de biocarburantes para que no vean a los países en desarrollo como meros abastecedores de materias primas, en especial cuando aún falta por satisfacer en ellos necesidades básicas de energía para cocinar y producir electricidad.
En la misma línea va otro de los retos propuestos, al demandar estrategias que eviten la aparición de una brecha tecnológica entre los biocarburantes de primera generación, intensivos en el uso de tierras, y los de segunda generación, más intensivos en el uso de capital. Que los criterios de sostenibilidad no penalicen económicamente a los pequeños agricultores; que haya flujos de inversión y tecnología a los países en desarrollo; que se coopere en dar prioridad a investigar y desplegar tecnologías de conversión de biomasa no comestible en bioenergía; y que dichos países sean partícipes de la adopción y puesta en marcha de criterios de sostenibilidad en Estados Unidos, Brasil y la Unión Europea resumen los cuatro retos restantes.
En definitiva, los redactores del estudio entienden que para orientar a los países en desarrollo hacia las decisiones correctas en un mercado tan dinámico sigue siendo necesario tomar decisiones conscientes, intercambiar información y recopilar datos, fomentar estrategias de organización, conseguir servicios de apoyo gubernamentales y mantener la asistencia técnica y financiera.