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José Luis García Ortega, Greenpeace: "La nuclear es la energía más subvencionada"

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Nació en Almería, tierra de sol y cielo azul infinito, vino a Madrid a estudiar las estrellas –dícese astrofísica- y ha acabado vestido de verde ecologista, viajero de cumbre en cumbre: "en Kyoto la presencia del sector nuclear era apabullante". José Luis García Ortega, responsable de la Campaña de Energía y Cambio Climático de Greenpeace, lleva ya once años tratando de resolver cierta ecuación: la que plantean Energía y Cambio Climático. Es de Almería, sí, pero lo cierto es que habla claro castellano: "lo de los apagones yo me atrevería a decir que es una estrategia: dejemos que haya apagones para crear alarma social y poder vender así más fácilmente la idea de que es imprescindible construir más centrales térmicas de gas". En 1997, en la Cumbre sobre Cambio Climático de Kyoto, quedaron claras dos cosas: que había que reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y que la clave eran las energías renovables. O sea, que la solar, la eólica y demás debían sustituir a los combustibles fósiles: carbón, gas y petróleo. Pues bien, en Kyoto, en 1997, estaba García Ortega. Allí el de Almería y allí la nuclear –"apabullante"- en los largos pasillos de la negociación, donde también ella se presentaba como alternativa –no emite gases- a los combustibles fósiles.

Empecemos por el principio. Aquí, en Europa: ¿qué cuenta el discurso oficial cuando de energías renovables se trata?
El discurso oficial dice que hay que incrementar el peso de las energías renovables. Y ya hay compromisos concretos. Por ejemplo, la Directiva Europea de fuentes de energía renovables. Esa norma, que se aprobó en septiembre de 2001, señala como objetivo para el año 2010 que el 22 por ciento de la electricidad generada en la UE proceda de fuentes de energía renovables. ¿Qué pasa? Que la Directiva no obliga. Señala objetivos cuantificados pero no de obligatorio cumplimiento, con lo cual la herramienta es insuficiente. Y ahora, la otra cara de la moneda: la UE se ha comprometido mediante el Protocolo de Kyoto a emitir en 2008-2012 un ocho por ciento menos de lo que emitía en 1990. Pues bien, España, que es parte de la Unión, ha aumentado sus emisiones un 33’7 por ciento con respecto al nivel de 1990.

No son pocos los que presentan la energía nuclear como alternativa a los fósiles, es decir, como solución al problema de las emisiones. ¿Lo es?
La energía nuclear es la energía más peligrosa que existe. Por eso ha sido rechazada por la sociedad. Pero es que, además, es la energía más cara. El sector nuclear ha recibido, y sigue recibiendo, ingentes subvenciones. Más que cualquier energía renovable. Por poner un ejemplo, entre 1948 y 1998, EE.UU. ha invertido 111.500 millones de dólares en programas de investigación y desarrollo en energía. Pues bien, el 60% de esa cantidad se lo llevó la nuclear. Pero es que hay más: su fracaso económico es tal que ni quienes han promovido la liberalización del mercado eléctrico han podido evitar lo evidente: en condiciones de libre mercado ninguna compañía se ha lanzado a construir centrales nucleares. ¿Y sabe usted por qué? Porque no es negocio.

Pues la comisaria de Energía de la Comisión Europea, Loyola de Palacio, parece no tenerlo tan claro.
Loyola de Palacio es la primera representante de los intereses del sector nuclear en Europa, donde está llevando a cabo una auténtica cruzada pro nuclear. Mire, en la Cumbre de Marrakech de noviembre de 2001, donde se aprobaron las condiciones de aplicación del Protocolo de Kyoto, los gobiernos decidieron que la energía nuclear no es parte de la solución al problema del cambio climático. En Europa, Suecia, Alemania, Bélgica y Holanda están abandonando la energía nuclear. En ese contexto, las pocas agarraderas que le quedan al sector nuclear son personas como Loyola de Palacio.

Sean pocas o no, lo cierto es que otra mujer fundamental en el sector, la presidenta del Consejo de Seguridad Nuclear, Teresa Estevan Bolea, se ha declarado partidaria de alargar la vida útil de Zorita, entre otras cosas...
Lo de Estevan Bolea es como poner al lobo a cuidar de las gallinas. Vamos a ver: el objetivo es lograr un sistema energético sostenible y que no suponga un suicidio ambiental ni económico. Bueno, pues eso implica eliminar la energía nuclear, que es la más peligrosa y la más cara. O sea, que es preciso un plan de cierre de centrales, un plan que debe empezar por cerrar las que se hallan en peor estado: precisamente Zorita, que está que se cae, y Garoña.

O sea, apaga y vámonos...
No simplifiquemos, no estoy hablando de un apagado por sorpresa. Lo que Greenpeace propone es un plan de cierre y, a la vez, por supuesto, un programa que incluya medidas que faciliten el paso a las energías renovables y apuesten, claramente, por el ahorro y la eficiencia energética. Porque todo eso es posible ya. Porque existen las tecnologías y porque hay energías renovables más que suficientes para cubrir las necesidades energéticas. ¿Qué está ocurriendo, sin embargo? Que las compañías eléctricas están canalizando una inversión de más de un billón de pesetas hacia una nueva generación de centrales térmicas de gas, que es un combustible fósil y emite CO2.

Más gas, más CO2. ¿Cuáles son las cifras en este momento?
Hay más de cincuenta proyectos, más de treinta mil megawatios propuestos, lo que vendría a suponer unas emisiones de más de cien millones de toneladas de CO2 al año. Y uno de los argumentos con que pretenden vendernos esas centrales es que vienen a sustituir a otras más viejas. Sin embargo, nadie dice cuáles van a ser sustituidas: no hay ninguna central cerrada y no sabemos de ningún plan de cierre.

Ahora la pregunta del billón: ¿podemos obtener treinta mil megawatios "bebiendo" sólo de las fuentes de energía renovables?
Primero: no hacen falta treinta mil megawatios. Pero, en todo caso, la respuesta es sí. Y digo más, si aplicásemos medidas de eficiencia energética podríamos reducir el consumo de energía a la mitad.

Dice usted que no hacen falta treinta mil megawatios... ¿Y los apagones?
Lo de los apagones yo me atrevería a decir que es una estrategia: dejemos que haya apagones para crear alarma social y poder vender así más fácilmente las centrales térmicas. Las compañías saben que la causa inmediata está en el mal estado de la red de distribución. Mire, mientras toda Europa ha mantenido o mejorado su nivel de eficiencia energética durante la década de los noventa, España lo ha empeorado. Es decir, para producir lo mismo gastamos cada vez más. La solución es eficiencia energética y mejora de la red.

Otra pregunta relacionada con los dineros: hay quien dice que las renovables están muy subvencionadas...
Decir que están "muy" subvencionadas es mentir. En primer lugar, las compañías eléctricas se han construido en condiciones de mercado protegido, gracias a lo cual tienen hoy el poderío económico que tienen. Pero es que, en segundo lugar, ni siquiera cuando les ha llegado la hora de la liberalización han quedado desprotegidas, porque es que ahora resulta han obtenido del gobierno los denominados Costes de Transición a la Competencia, o sea, un billón de pesetas. Pero, le digo más: si hoy mismo hay un acuerdo para que se quiten todas las ayudas, todas, a todas las fuentes de energía, a todas, si hoy hay un acuerdo para que se haga pagar a cada una lo que de verdad vale... Bueno, pues lo firmo ahora mismo.

¿Y eso no acabaría repercutiendo en la factura de la luz? ¿No acabaría perjudicando, al final, al consumidor?
Es que está repercutiendo ya en el consumidor. Lo que hace falta es acabar con la hipocresía energética. Ni la nuclear, ni el petróleo, ni el gas, ni el carbón reflejan en el precio todos los costes. Vamos a dejarlo claro de una vez por todas: si se cuantificasen esos costes, y eso ya es posible, sólo falta la decisión política, si se obligase a que cada energía refleje en el precio lo que de verdad cuesta a la sociedad y al medio ambiente... pues no harían falta más historias: las energías renovables demostrarían que definitivamente son más baratas, porque le cuestan menos a la sociedad y le cuestan menos al medio ambiente. Ya sabemos que poner todo eso en marcha es complicado políticamente. Por eso, entre tanto, hasta que no se internalicen todos los costes, digamos que el parche más aceptable es que haya un sistema de primas para las renovables.

Para todas menos para la solar térmica...
Lo de la solar térmica es una historia de despropósitos. A todas las renovables se les dio en su momento una prima. A todas, menos a la solar térmica. El real decreto de las primas establecía para la energía solar una ayuda determinada. Pues bien, en la Ley de Acompañamiento de los presupuestos de aquel año, donde ponía solar alguien añadió la palabra fotovoltaica, con lo cual la prima se fue sólo a la solar fotovoltaica y se quedó fuera la térmica. ¿Por qué se hizo así? ¿Desconocimiento, mala intención? Que cada cual piense lo que quiera.

¿Y cómo está ahora el asunto?
La mejor instalación de investigación y desarrollo de toda Europa está aquí, es la Plataforma Solar de Almería. Es decir, que España dispone de la tecnología. Además, parece ser que ya está a punto por fin la nueva normativa. El gobierno parece estar pensando en una prima de veinte pesetas por kilowatio hora. Nosotros creemos que la solar térmica necesitaría unas treinta. En todo caso, ya se han perdido cuatro años, tiempo durante el que se ha retraído la inversión en solar térmica porque nadie podía hacer cálculos de rentabilidad. Por eso, si la prima es insuficiente y se retrae la inversión perderemos el tren tecnológico. Y lo cierto es que ahora podemos ser la locomotora de ese tren.

Con la eólica parece haber pasado exactamente lo contrario. ¿Por qué?
La energía eólica sí se ha desarrollado porque sí se han dado las condiciones. La tecnología punta estaba en Dinamarca, pero los fabricantes daneses y alemanes se vinieron aquí porque en España se estaba creando un mercado, España es un país más grande y tiene un recurso, el viento, que es muy abundante. Luego, los propios nacionales, que los había y muy buenos, empezaron poco a poco y, en fin... La historia de la eólica demuestra que, si se ponen medios, si se toman las decisiones políticas adecuadas, hay mercado.

Hay mercado, en efecto, y también hay ciertos sectores que están empezando a sugerir que la eólica ya está en condiciones de competir sin prima. ¿Puede todo ello perjudicar el desarrollo de lo eólico en España?
La eólica es un negocio sano y saneado. Pero, claro, si el futuro se ensombrece habrá menos inversiones. La cuestión es que la eólica ya no es una cosa marginal. Antes al contrario, es la demostración de que las fuentes renovables son rentables y producen energía a menor coste ambiental que las otras. ¿Qué ocurre? Que la eólica ha crecido tanto que empieza a preocupar a quienes siempre han dominado el sector eléctrico.

¿Tan "preocupante" es su crecimiento?
En este momento histórico-estratégico, en España, la clave es saber dónde van a ir los billones de pesetas de los inversores: si van a ir a parar a las decenas de miles de megawatios propuestos por la eólica o a los otros tantos miles de megawatios que pretenden instalar las centrales de gas. Las grandes compañías y los bancos invertirán allí donde vaya a estar el negocio principal, allí donde todo esté más claro. Por eso el que empiecen a aparecer mensajes de duda no es algo casual ni inocente. Tiene la perversa intención de intentar llevarse el capital hacia las tecnologías convencionales.

Y por fin: ¿es posible sustituir en España nucleares y térmicas por fuentes de energía renovables sin que ese tránsito suponga merma en nuestro patrón de vida?
Mire, no cabe duda de que el cambio se acabará produciendo. Cuanto antes le quiten las subvenciones a las convencionales y más se incentiven las renovables la velocidad de cambio será mayor. Greenpeace tiene estudios según los cuales, dada la cantidad de combustibles fósiles que hay en el planeta, dado el ritmo de aumento del consumo de energía y dada la cantidad de emisiones de CO2 que eso pondría en la atmósfera, la Tierra sobrepasará los límites ecológicos en poco más de veinte años. Usted me pregunta: ¿es posible sustituir...? Yo le respondo: no es posible no hacerlo.

Antonio Barrero
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