El avance en España de la energía del viento ha sido espectacular desde cualquier punto de vista. Si nos centramos en los costes, “la eólica española ha sido, tras la danesa, la menos cara de desarrollar y tiene una industria comparable a la alemana”, indica Heikki Willstedt, director de Políticas Energéticas de la Asociación Empresarial Eólica (AEE). Si lo que miramos es la sostenibilidad “hemos pasado de más de media tonelada de CO2 emitida por MW a unos 200 kg por MW. También se han reducido muchísimo las emisiones de otras contaminantes, como SOx, NOx y partículas”, señala Willstedt. Y en su desarrollo no ha habido ni picos ni valles hasta 2012, puntualiza Santiago Gómez, director de Gestión de Energía en Acciona Energía y presidente de la sección Eólica de APPA: “Durante todos estos años se fueron cumpliendo los objetivos establecidos en el PER 2005-2010 y sin que supusiera un coste significativo para el sistema para el volumen de energía que aportaban”. Todo ello aderezado con la creación de muchos puestos de trabajo –41.400 en 2008–, un fuerte impulso al desarrollo industrial y una firme apuesta por la I+D y la internacionalización de la tecnología eólica Made in Spain.
Su integración en la red es otro valor incuestionable. De hecho, España es un referente mundial en este terreno. Los 22.959 MW que hay operando no producen ninguna distorsión, cuando hace años se hablaba de que no se podían integrar en la red más de 8.000 MWh como mucho en horas punta.. “Se ha hecho mucho, muy bien y muy barato”, resume Willstedt.
Gestión inteligente para seguir avanzando
¿Qué queremos hacer ahora con todo eso? Porque, como dijo Churchill cuando declaró la guerra a Alemania, ya no hay tiempo para titubeos.
Para tratar de responder a esa pregunta hay que empezar por aceptar una evidencia: España no es el mismo país que era hace diez o quince años. “Ya no tenemos por delante esos crecimientos económicos, esas demandas eléctricas y todo ese capital disponible a unos costes muy bajos – señala Willstedt –. Ya no estamos en el tiempo de los crecimientos exagerados sino en el tiempo de gestionar lo que se tiene y consumir granito a granito. Es decir, en el tiempo de la gestión inteligente”.
Pero, ¿en qué consiste esa gestión inteligente? Los expertos de AEE y APPA consideran que uno de los aspectos clave es caminar junto con Europa, colaborando y buscando su apoyo. “Cuando sale la carta de los ocho países europeos apoyando unos objetivos renovables vinculantes a 2030, ¿dónde estaba el Gobierno español?”, dice Willstedt “Si Europa quiere ir en una determinada dirección, es el momento de estar con el resto de tus socios europeos. En España tenemos un buen producto, vamos a sacarle provecho. Si los alemanes, franceses, ingleses… adquieren más eólica y energías renovables en general, nosotros tenemos el producto”, puntualiza.
También es el momento de pensar cómo gestionar de manera óptima el legado. ¿Qué hacer, por ejemplo, con los parques más antiguos? “Se podría generar mucha más energía limpia en esos emplazamientos si se establecieran de una forma inteligente políticas con visión de mejora económica para que se hicieran las inversiones necesarias”, señala el experto de AEE. “Pero, evidentemente, no te vas poner a gastar dinero en un parque de quince años si no mejora la retribución”.
Santiago Gómez cree que para que la repotenciación fuera interesante habría que incidir, además de en el tema económico, en otros aspectos. “Hasta ahora no ha resultado interesante por los inconvenientes que la repotenciación supone desde el punto de vista de retramitación ambiental, nuevas conexiones, etc.”, explica. “Estamos hablando de parques antiguos en emplazamientos en donde ahora podrían surgir problemas que no hubo cuando se construyeron, de retramitaciones complejas y difíciles autorizaciones”·. En su opinión, si el objetivo fuera hacer un plan Renove del parque eólico español cuando empiece a llegar a su vejez el actual, “lo que habría que hacer es plantear unas reglas y estructurarlo bien, no dejar morir los parques antiguos sino que te dejen volver a instalarlos y que su vida útil empiece a contar desde ese momento”.
Sr. Ministro: esto (también) es industria española
Teniendo en cuenta el trato que viene dispensado la Administración a la energía eólica, y a las renovables en general, pretender hablar con ella de estos temas parece un ejercicio baldío. “El Gobierno no nos escucha”, asegura Willstedt. “Cuando Soria llegó al Ministerio le propusimos presentarle un documento explicando qué puede hacer la eólica por España. Es decir, cuál es nuestro potencial y qué podemos hacer. No hubo ninguna respuesta…. Bueno, sí, acto seguido llegó la moratoria a las energías renovables”.
“Cuando el Ministerio toma determinadas medidas sobre el sector eléctrico, muchas de ellas referidas a costes, y la excusa es que hay que proteger a la industria española, le decimos que esto también es industria, y que hay que proteger esta industria en la que éramos líderes a nivel mundial, pero parece que esto no le ha preocupado”, incide Santiago Gómez. “Nos cuesta entenderlo. Mientras que otros países promocionan lo que tienen para venderlo fuera, aquí parece que les da igual. Y estamos hablando de una tecnología en la que éramos líderes”.
Es más que probable que esa “antipatía” gubernamental hacia las energías limpias (por decirlo de manera suave) terminemos pagándola cara todo. Las empresas españolas punteras en tecnología eólica están triunfando en otras latitudes, pero por puro valor de estas compañías, no por el apoyo de la administración española. Sin embargo, como señala Santiago Gómez, “para vender tecnología fuera, tu mercado doméstico es el principal soporte”. Y si en 2013 apenas se instaló eólica aquí (según REE, 178 MW), en 2014 aún se instalará menos. “Lo que entró en 2013 son residuos del prerregistro, o bien corresponden al cupo que se autorizó de 160 MW de parques experimentales”, explica el directivo de APPA. No hay previsto nada más. “Hay una moratoria que no permite la entrada de nueva potencia renovable (RDL 1/2012), lo único que podría entrar es algún parque experimental residual ya que quedan 50 MW por montar, pero no sabemos si se instalarán”, matiza.
Lo cierto es que el sector ha sufrido una transformación radical. Según datos de APPA, se ha pasado de los 41.400 puestos de trabajo (directos e indirectos) que había en 2008 a 23.300 a finales de 2012; y aunque los datos de 2013 no están aún disponibles, la tendencia ha seguido siendo decreciente. La mayor pérdida de empleo se ha producido en la construcción de los parques y en la parte industrial. “Los fabricantes están racionalizando sus centros productivos”, explica Gómez. “En España había muchas fábricas que se han quedado sin carga de trabajo. Sigue habiendo algunos
centros productivos, pero enfocados a la exportación, porque dentro de España no se vende nada”. añade. “Además, aunque las empresas españolas intentan producir aquí y vender fuera, las extranjeras no tienen ese interés y pueden elegir cualquier otro país”.
Lógicamente, esta reestructuración ha afectado de lleno a toda la industria asociada, como fabricantes de componentes e instaladores, muchos de los cuales han desaparecido. Otros centros han reenfocado su oferta a las labores de Operación y Mantenimiento. “En los próximos años todo va a ir enfocado a la optimización de la operación y explotación de las instalaciones. Van a tener más peso las empresas de servicio, pero tendrán que adaptarse a la situación de reducidos ingresos que va a tener la eólica”, asegura Santiago Gómez.
Heikki Willstedt aporta más números al derrumbe del sector: un 50% del empleo perdido desde 2008 (cada día de 2013 se destruyeron 25 empleos) nueve fábricas cerradas el pasado año, 255 millones de euros perdidos en el primer semestre de 2013 y un importante retroceso en I+D; apartado en el que el sector ha estado invirtiendo alrededor de 120 millones de euros anuales). “En 2009 éramos el 4º país del mundo en patentes y ahora somos el 7º”. Y retroceder en I+D tiene, también, graves consecuencias. “Los estudios de la CE indican que las ingenieras en nuevas tecnologías van a contribuir de manera notable a la economía europea. Lo poco que aquí teníamos en este terreno prácticamente lo vamos a perder por una mala gestión, se va a ir a otros países”. El sector está tratando de evitar que así ocurra y a través de la Plataforma Tecnológica Reoltec ha pedido al Gobierno que potencie la I+D más allá de la reforma energética, es decir, que se la deje fuera y se la siga apoyando.
La contrarreforma es inevitable
En cualquier caso, esta reforma parece abocada a la contrarreforma. “O por razones españolas o europeas, en 2015 o 2016 va a haber que cambiar de nuevo la legislación”, afirma Willstedt. Lo malo es que el coste, tanto en talento como en dinero perdido, va a ser enorme. “Los inversores extranjeros en el sector renovable tienen puesto una cruz a España, y esto también tendrá su peso en el global de la economía española”, destaca Santiago Gómez. Willstedt aporta una reflexión más: “La adopción de medidas retroactivas, como ha señalado la CE, es el principal factor que influye sobre el coste del dinero, con un impacto de más de más del 20%. Cuando en España queramos volver a traer a los inversores, vamos a tener que pagar esa prima de riesgo del 20%”.
Afortunadamente, el sector eólico español tiene unos fundamentos muy sólidos, se han hecho en base a unos conocimientos y unas empresas con visión de futuro, el producto es muy bueno y hay deseo de seguir adelante. Otra cuestión es quién se va a llevar el beneficio de todo ello: “Es importante que el beneficio siga recayendo sobre quién ha hecho la eólica en España”, señala Heikki Willstedt. Pero los buenos tiempos volverán. “Aprovechar los recursos naturales que uno tiene en su país es una cuestión de sentido común –afirma Santiago Gómez–. Y las tecnologías han evolucionado lo suficiente para que aporten la energía que necesita el país”. Eso sí, “nos queda atravesar un desierto y hay que sobrevivir a esa travesía”, añade.
Esos buenos tiempos que más tarde o pronto llegarán no serán, sin embargo, como los antiguos, no habrá carreras para ver quién crece más sino que el crecimiento se hará de una manera más ordenada y lenta, aseguran ambos expertos. Habrá, también, algunos aspectos que corregir, como el sistema de concursos autonómico: “Los concursos autonómicos que llevaban asociados planes industriales hicieron que desde el punto de vista industrial la producción no estuviera optimizada”, apunta Santiago Gómez, Otro aspecto que, en su opinión, hay que cambiar, es que el sector “está muy penalizado en algunas autonomías por cánones y tasas que no tienen ningún sentido, solo afán recaudatorio”.
Otro aspecto que destacan es que el avance hacia la electrificación en que se encuentra inmerso el mundo se haga ligado a las renovables. “Hacerse más eléctrico para quemar más combustibles fósiles, desde el punto de vista de emisiones no tiene sentido” indica. Gómez.
“Renovables + transporte eléctrico + capacidad de acumulación de electricidad”, esa es la ecuación perfecta, concluye Heikki Willstedt . “Si conseguimos solucionar este trilema, para 2020 podremos tener una generación eléctrica renovable que almacenaremos en nuestros automóviles y despacharemos a la red cuando no la necesitamos. Ya hay muchos proyectos pilotos que van en esa dirección”.
Pero ese es el futuro. De momento, cuando escribíamos este reportaje (28 de enero) las empresas del sector seguían sin conocer aún el impacto económico de la reforma energética, a la espera de la Orden Ministerial que definirá los estándares en los que se basará la retribución.